Iniciamos el asueto de Semana Santa expuestos a los rigores de una fuerte sequía y al incremento de incendios forestales que superan los 590 en los primeros tres meses de este año.
La sequía y los incendios imponen limitaciones tan severas como la escasez de agua para el consumo humano y el riego, al tiempo de reclamar el comportamiento responsable para autoridades y ciudadanos.
La toma de medidas, para atenuar los efectos de la escasez de agua mientras llegan las lluvias, por parte del gobierno, amerita a su vez del compromiso de la población para el uso racional del vital líquido.
Corregir el descuido en la preservación de la foresta, como señalan esos más de 300 incendios que superan los registrados en el primer trimestre del año pasado, no admite dilación ni excusas.
Corresponde a las autoridades acelerar la persecución contra la quema con claros indicios criminales, junto a la retoma de políticas y acciones dirigidas a cuidar nuestros bosques y a fomentar – la cultura de la preservación del medio ambiente.
Aun así, celebramos la Semana Santa. Y hagámoslo abrazados al recogimiento cristiano o al asueto que disfrutamos en familia, mientras abrigamos la esperanza del fin de la sequía y el cese de los angustiantes y dañinos incendios forestales.
