El proyecto para la renegociación del contrato del Estado con Aeropuertos Dominicanos AERODOM, luce bastante complejo.
Revisar y modificar un contrato para ampliar 30 años más su concesión a la citada firma, con siete años restantes de vigencia, ciertamente podría considerarse apresurado.
Nadie puede negar que la administración o gestión de aeropuertos constituye un importante nicho de negocios, por lo que aprovechar el tiempo para convocar una licitación resultaría pertinente, a los fines de lograr la mejor oferta para el Estado.
Aunque es cierto que la mayoría de los aeropuertos dominicanos ameritan de renovación, no menos cierto es que esas mejoras pueden esperar hasta concretar una renegociación más provechosa y en circunstancias menos complejas como la del proceso electoral.
Asumimos que tanto al gobierno y a quienes consideran válido el proyecto, como para quienes lo objetan, como se verificó en las vistas públicas convocada por la Cámara de Diputados, la apuesta es a lograr lo mejor para los usuarios de esas terminales aeroportuarias y para las arcas del Estado.
Siendo así, hay tiempo para abrir las compuertas de las ofertas en el marco de una licitación internacional.
La prisa en proyectos como el que nos ocupa y en coyunturas como las actuales, no resulta aconsejable y vislumbra negativas consecuencias para el país.
