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Santo Domingo

Abordar la migración

Margarita Cedeño

Cada cierto tiempo se agudiza la crisis que afecta a la frontera sur de los Estados Unidos, en la que miles de inmigrantes ilegales, entre ellos muchos de nuestros connacionales, se arriesgan buscando el llamado “sueño americano”, esa promesa de una tierra en la que la vida debería ser mejor, más plena, con oportunidades para cada mujer y cada hombre, sin importar las circunstancias fortuitas de su nacimiento o posición.

Aquellos que se someten al recorrido intenso desde las peligrosas selvas del Darién hasta cruzar el río Grande, pasan por una verdadera ruta de la muerte en la que los peligros acechan: enfermedades, trechos peligrosos y delincuentes que se aprovechan de la vulnerabilidad de los migrantes. Las aglomeraciones que se generan en todo el trayecto son una verdadera crisis sanitaria que resultan en un número indeterminado de muertos y afectados cada año.

Aunque en la mayoría de los casos no podemos hablar de migración forzosa involuntaria, ya que los desplazamientos no son generados por conflictos o desastres en sus países de origen, lo cierto es que hay muchas razones económicos y sociales que obligan a los seres humanos a abandonar sus hogares y desplazarse a un país desconocido a vivir en ilegalidad, sometiéndose a enormes riesgos en todo el trayecto.

Las razones económicas y sociales que generan la migración deben ser abordadas en una América Latina que tiene todo lo necesario para triunfar. Solo así podremos lograr que la migración sea una decisión voluntaria, no un imperativo ante situaciones socio económicas estructurales, que se perpetúan frente a malas gestiones de gobierno y falta de visión de los sectores de poder. Lo que ha pasado en nuestros países es que hemos construido un estilo de vida que alcanza para muchos, pero que no beneficia a todos por igual. Las brechas son amplias y las posibilidades de atenderlas se ven remotas.

En el trasfondo de todo el problema está la grave desigualdad que no encuentra mecanismos institucionales para enfrentarse. La solución nunca será que todos seamos igual de pobres, la idea fundamental es que todos seamos igual de prósperos, en diferentes medidas, pero viviendo en un mínimo de bienestar.

El otro gran problema es la falta de oportunidades. Los ciudadanos tienen el profundo deseo de que su esfuerzo sea el motor que les impulse en la escalera de la movilidad social. Es cierto que se requiere el crecimiento económico, que necesitamos instituciones fuertes con personal capacitado, que también hay que implementar planes en el corto, mediano y largo plazo, pero la aspiración del ciudadano común es encontrar oportunidades que hagan valer su esfuerzo.

Mientras tanto, nos corresponde prestar atención a los sucesos en la frontera con Estados Unidos, con la esperanza puesta en que, en un futuro cercano, ningún latinoamericano, ningún dominicano ni dominicana tenga

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