Carmen Martín
Madrid.- Si en los años ochenta, las hombreras se convirtieron en el accesorio favorito de artistas como Michael Jackson, Madonna, Joan Collins, Diana Ross o Melanie Griffith, este elemento de vestuario, tildado (a veces) de ‘hortera’, vuelve a escena y demuestra su poder.
“Las hombreras son una armadura estilística, tienen poder y empoderan a la mujer, además de perfilar siluetas”, resume a EFE la experta en comunicación de moda Pepa Fernández.
Son tendencia absoluta y han protagonizado prácticamente todos los desfiles recientes de las semanas de la moda internacional, adquiriendo gran presencia en las nuevas propuestas de la casa Saint Laurent para esta primavera-verano 2023.
Desde la firma italiana Max Mara hasta la inglesa Stella McCartney, los hombros-pagoda -que imitan a las cornisas de estos templos- están presentes en gran parte de sus propuestas.
La italiana Alberta Ferretti también apuesta por hombreras, pero con unas proporciones más comedidas, eso sí, sin perder ese halo de defensa ante miradas ajenas.
La estética de series televisivas actuales como “The Bridgerton” ha fomentado esta moda, que “impone respeto”, añade Pepa Fernández; y advierte que “las hombreras deben mantener una relación inversamente proporcional al resto del estilismo”.
UN SIGLO DE HISTORIA
Conscientes de que los hombros son la parte del cuerpo que conecta directamente con la vista, los diseñadores proponen esta temporada aupar este complemento, que llegó al vestuario femenino en la década de los años treinta del siglo pasado por influencia del atuendo masculino.
Por esa época, la diseñadora italiana Elsa Schiaparelli (1890-1973) fue pionera y presentó una colección en colaboración con artistas surrealistas que experimentaron con ellas hasta crear prendas muy originales que sedujeron a la actriz Joan Crawford.
A partir de la Segunda Guerra Mundial, las hombreras se acomodaron en chaquetas americanas, abrigos y cazadoras confeccionadas para la mujer a imagen y semejanza de las prendas de los hombres.
Es “una buena metáfora de ese cambio de roles que se produjo cuando las mujeres se incorporaron al trabajo en pleno conflicto bélico”, cuenta Fernández.
Pero con la llegada del “New look” en 1947, creado por el diseñador francés Christian Dior (1905-1957), las hombreras se difuminaron, perdieron presencia en favor de los cuerpos ceñidos, la cintura de avispa y las faldas amplias.
Tres décadas más tarde, las hombreras recuperan protagonismo y en los años 80 viven su época dorada, abanderada por los poderosos trajes de chaqueta que vestía la mujer para ir a trabajar a la oficina.
Thierry Mugler, Ralph Lauren, Donna Karan o Giorgio Armani fueron algunos de los diseñadores que crearon el uniforme ejecutivo poniendo énfasis en los hombros.
Una tendencia que lucían con la idea de impactar, desde la primera ministra del Reino Unido de entonces, Margaret Thatcher, hasta la actriz Joan Collins o la princesa Diana de Gales.
Este atributo inequívocamente ochentero, que muchos entendidos de la moda calificaban de ‘hortera y excesivo’, se eclipsó tras la líneas minimalistas de los años noventa.
Pero ahora las hombreras viven un nuevo renacer en las toreras que presenta Dolce&Gabbana o en las chaquetas americanas de Prada, además de formar parte del ADN de la firma Balmain. EFE