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La oscura fantasía taína de Jupía 

El sumergirse de las artes en las culturas ancestrales da como fruto interesantes productos, que con la debida pericia conceptual y técnica pueden arrojar a las pupilas expectantes de los espectadores algunas obras en las que es necesario detenerse por lo inusual de su acercamiento. Este es el caso de la recién estrenada Jupía. 

La relación entre el tema taíno y el cine dominicano no ha sido larga ni mucho menos feliz, pecando en algunos casos de un simplismo inocente, y en otros, de una desmedida influencia españolizante, lo que ha perjudicado la mirada y el hacer de los cineastas sobre uno de los pilares de la identidad local. 

La historia inicia cuando luego de la desaparición de su esposa e hija, Tomás García, un escéptico investigador policial, seguirá una pista que lo llevará hasta un centro geriátrico en las afueras de la ciudad. Allí encontrará resistencia en Atabey, una enfermera que busca proteger una antigua leyenda taína.

José Gómez De Vargas y Julietta Rodríguez están a cargo de la dirección, el guion es de Leticia Tonos, Junior Rosario y José Gómez De Vargas y la producción es de Julietta Rodriguez, Leticia Tonos y Ana Guerrero Guillén. El elenco lo componen David Maler, Julietta Rodríguez, Karina Noble, Luis José Germán, Elizabeth Chahin, Andy Frestner, Maggy Liranzo, Olga Valdez, Teo Terrero, Héctor Sierra y otros.

El maridaje del suspenso, lo policial, el terror y lo fantástico dentro del envoltorio de lo ancestral / taíno es un punto de partida para desarrollar la trama de Jupía. Lo contemporáneo y lo ancestral buscan su lugar, y de esa interacción, aun funcionando parcialmente, traza una vía temática de relativa novedad en nuestro cine. 

Lo ancestral, lo actual y el suspenso. 

La decisión de José Gómez De Vargas y Julietta Rodríguez de aproximarse a estos universos temáticos tiene un primer acierto en su factura, creando una atmósfera oscura que envuelve al espectador en los temores y traumas de sus protagonistas y en amenazas desconocidas. 

El policía Tomás García (David Maler) y la geriatra Julia Román (Karina Noble), tienen más en común de lo que puede apreciarse de inicio pues ambos padecen desajustes sicológicos debido a situaciones no superadas, aunque nos parece que existe un exceso en la carga de traumas que poseen, lo que les agrega una densidad que los sobrecarga. 

La búsqueda que hace Tomás de su esposa e hija desaparecidas lo lleva a entrar en el universo oscuro y opresivo que la Dra. Román ha construido alrededor de su geriátrico con la complicidad de sus empleados. El geriátrico, más que una institución, es un espacio intermedio entre el mundo de los vivos y los muertos. 

Los hilos que van desde el personaje de Atabey (Julietta Rodríguez), hasta la figura mitológica de la Jupía, y que conectan con el uso de la mitología taína, se han enlazado acertadamente integrándose en el conjunto narrativo. Esto es notorio en el manejo de los detalles que han sido usados apropiadamente. Se podría señalar, sin embargo, que la presencia de estos elementos pudo haberse usando un poco más extensamente, un indicador de que no siempre menos es mejor que más. 

Jupía descansa en un guion que va mostrando despaciosamente sus elementos, dosificando los detalles durante el desarrollo de la trama, excepto en el prologo del desenlace y en el desenlace mismo, cuando se produce una cierta precipitación aunque sin perjudicar su atmósfera. 

En los diálogos es notoria la falta de fluidez por momentos en contraposición al ritmo narrativo que avanza sin detenerse y sin tropiezos, y como he dicho antes, cuando un actor no está cómodo con los diálogos, es necesario revisarlos pues esto es un síntoma de problemas estructurales en el texto. 

En lo actoral se destaca la interpretación de Karina Noble quien le imprime la fuerza expresiva adecuada a su personaje de la Dra. Julia Román, directora del geriátrico. En un papel que hubiésemos querido fuese dotado de mayor extensión, Olga Valdez borda con gran habilidad el perturbador personaje de Celeste. 

De la atmósfera a la factura estética.

La conjunción de los apartados técnicos que incluyen la fotografía, el sonido, el montaje y el diseño de producción, han contribuido a una puesta en escena que consigue una de las mejores atmósferas que hemos visto en una película dominicana, algo que no es abundante por estos lares. 

En Jupía, José Gómez De Vargas y Julietta Rodríguez han acudido al uso de lo fantástico, lo policial y de la mitología taína para construir una película cuya atmósfera y factura técnica se eleva por encima de otros elementos que no estuvieron a la altura, y aún así, consiguiendo un impacto en los espectadores. 

Humberto Almonte

Analista de Cine

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