Oscar López Reyes
Más de 20 reportajes publicamos en el matutino El Sol en apoyo a la revolución sandinista, triunfante en 1979, y luego nos paseamos, orondos, por las calles de Managua, rememorando nuestra reciente visita a La Habana. Y en 1992, estando en Caracas en el despacho del líder del Partido Socialcristiano (Copei), Luis Herrera Campins, conocimos a familiares cercanos del teniente coronel Hugo Chávez (preso tras un fracasado golpe de Estado), que acudieron donde este ex presidente de Venezuela detrás de auxilio para su libertad. ¡Cuántas ilusiones malogradas!
Hoy Venezuela y Nicaragua se baten en un puntiagudo aprieto económico y de representatividad democrática, en la undécima hora de un atasco derivado de un socialismo imitativo de hace más de un siglo, sin punto de ruptura en la parábola de los cambios globales. No es congruente tener un “socialismo” que expulsa hacia predios exteriores a más de ocho millones de sus nativos, oprime en la escasez/penuria y castiga en la boca del fusil a los que pululan internamente
Son muchas las incompatibilidades ideológicas/semánticas en la distancia temporal. En 1917 fue proclamada la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS, Vladimir Lenin), y en 1949 la República Popular China (Mao Tse-Tung), con el objetivo de liquidar a los ricos y establecer la igualdad económica entre todos sus habitantes, en el montaje del socialismo, primera fase del comunismo.
En 1959 Cuba inició una nueva ruta (Fidel Castro), con la misma mira. Más de 100 años después, ¿qué ha ocurrido en el instante histórico en que Venezuela y Nicaragua pretenden sumirse en el romanticismo nostálgico de la izquierda?
Paradójicamente, el número de millonarios y multimillonarios ha crecido en cinco grandes naciones: Estados Unidos cuenta con 813 multimillonarios; China tolera 406 ricos, Rusia tiene 120, la India 200 y Brasil 69 millonarios. Aunque Estados Unidos sigue siendo el reino de los multimillonarios, la población superrrica crece indeteniblemente entre los líderes de los llamados mercados emergentes o Brics.
Ahora se alardea con el nuevo orden de riqueza, y en Rusia fue sepultado el socialismo, en China este se mezcló con el capitalismo, en la India se juega entre la religión y la riqueza, y en Brasil la samba eleva más por la nube las reales (su moneda) que las ideologías.
Los países más poblados –la India, China y Rusia-, y el más habitado de América Latina, Brasil, también se están convirtiendo en los albergues más preciados de los ricos. ¡Qué ironía esta de la vida!
El derrumbe del igualitarismo en Cuba. Los ojos del mundo han estado puestos en esta nación caribeña, que desde 2008 hasta 2018 estuvo bajo la presidencia de un titán del militarismo socialista, Raúl Castro, iniciador de un proceso de reformas. La última de ellas fue la eliminación del igualitarismo colectivista, que consistía en que todos los cubanos recibían los mismos beneficios, como una forma de proteger a los más desvalidos y ayudar en la justicia social, que fija como gratuita tanto la salud como la educación.
Sin embargo, se determinó que esa medida fomentaba el paternalismo, el ausentismo laboral, el incumplimiento y la ineficiencia, lo que se tradujo en un acto de injusticia. A partir de entonces, los cubanos cobran según su calificación profesional, la cantidad y la calidad de su trabajo, con el propósito de obtener mejores resultados productivos y de servicios y, por lo tanto, empujar mejor el desarrollo del país.
En strictu sensu, este nuevo cambio no ha entrañado una negación del socialismo, que establece distintas modalidades para la recompensa en los centros laborales. Muy por el contrario, busca fortalecerlo, porque la economía socialista ha sido enfática en que cada quien debe trabajar conforme a su capacidad, y cobrar según su rendimiento.
De todas maneras, las renovaciones en Cuba han sido bienvenidas, más aún cuando todos estamos atentos a ellas y al futuro inmediato de una nación hermana, que ha sido tan solidaria con la República Dominicana y los más diversos territorios del planeta.
El neoliberalismo en bancarrota
Líderes empresariales, respaldados por economistas con maestrías y doctorados, que cada vez que hablan -en su mayoría- tratan de perjudicar al pueblo, han sido efectivos en su labor para que el Estado no intervenga en el desenvolvimiento del sector del sector privado. Y resulta que cuando se cometen errores graves o fraudes perturbadores, el Estado aparece como un gran salvador.
La intervención del gobierno de Estados Unidos, en sus instancias de los poderes Ejecutivo y Legislativo, para afrontar su grave crisis económico-financiero ha demostrado, como en la hipotecaria/financiera del 2008, que el control y la supervisión del Estado es la garantía para la estabilidad macroeconómica y social de los países.
El neoliberalismo es irracional, especulativo y atenta contra los mercados y contra la gran masa pobre. Suelta los precios a la libre oferta y la demanda, y provoca alzas desmesuradas y trances financieros como el referido en Estados Unidos, si no conviene hacerles la pregunta a Donald Trump y Joe Biden. Los gobiernos están en la obligación de intervenir, para ajustar precios y evitar tanto los oligopolios como el caos en los mercados.
El neoliberalismo ha puesto en evidencia que no está en capacidad de cumplir con el criterio de la autorregulación y que, en consecuencia, provoca la inestabilidad en los mercados. Quienes han aspirado a que el Estado sea un simple administrador de subsidios y de los servicios públicos y sociales están quedando con las caras largas y las bocas torcidas. Y ya no encuentran, a pesar de sus amplias capacidades e inteligencias, como justificar sus posturas.
La enorme crisis económico-financiera norteamericana de aquella vez está reclamando una nueva arquitectura financiera internacional, que desacelere el neoliberalismo. Con frecuencia, la libertad de los mercados nos coloca en pánico, en el epicentro de un neoliberalismo en bancarrota.
Emprendedurismo y crisis global. Más que un socialismo trasnochado, tipo Venezuela y Nicaragua, y un neoliberalismo destructivo, aupado por Estados Unidos, miles de personas andan por callejones y avenidas con los bolsillos rotos, en tanto que cada día se reducen los ingresos de las clases media y baja, y se incrementan los emolumentos de los ricos.
La lectura de la anterior observación indica que quienes quieran progresar honradamente, más que pregonar fanáticamente el socialismo extemporáneo y el neoliberalismo especulativo, tienen dos caminos: 1) prepararse en el aspecto contable, y 2) emprender proyectos empresariales.
Son inmensas las actividades y proyectos que pueden asumirse y desarrollarse, siempre que estemos amparados en la creatividad, desarrollemos la vocación, apliquemos la disciplina y seamos perseverantes. Muchas personas han aprendido a fabricar artesanías con maderas, hojas de latas, barro, pedazos de plásticos y basuras, que se exhiben en lujosos establecimientos comerciales, y adquieren la categoría de artículos orgánicos y ecológicos.
Son miles los multimillonarios que en todas las épocas han comenzado a trabajar como limpiaplatos, vendedores de periódicos, lavadores de carros y serenos. Si usted echa por la borda el miedo y el pesimismo, olvidándose de santos apuros planetarios, y abraza un proyecto económico personal, algún día puede pasar a formar parte de las historias de éxitos a seguir.
En la Venezuela de Nicolás Maduro han sido obviados, con los ojos vendados, los tópicos descritos precedentemente, como el emprendimiento (el cuentapropismo ha sido un gran alivio para Cuba), y han huido al neoliberalismo e intervencionismo estadounidense, en favor del igualitarismo colectivista.
Desde esta perspectiva, expropiaron bienes privados, con lo cual han ahuyentado las inversiones, en contraposición con China, Rusia y Cuba. Los resultados más palpables son la escasez, una hiperinflación de tres dígitos, un incremento de las exportaciones, especialmente de alimentos, y un éxodo de sus habitantes nunca antes visto.
Nicolás Maduro incurrió en un error gigantesco: no quitarse la careta democrática y convocar a elecciones, a sabiendas de que iba a perder, confundiendo el deseo con la realidad. La vulneración de derechos y pisotear los cánones democráticos -con el consiguiente irrespeto y amenaza al pueblo y al gobierno de la República Dominicana- aceleran su derrumbe.
Su refugio natural, en estas circunstancias, sería Nicaragua, porque no es justo que vaya a Cuba a crearle más problemas y a darle argumentación a Estados Unidos en su exagerada y agravante redesignación de que se trata de un Estado patrocinador del terrorismo.