El crimen ecológico se hace creciente en el país. Con el agravante de encontrar espacio en el ostensible descuido oficial para hacerse terriblemente letal.
Los criminales del medio ambiente se movilizan en zonas rurales y urbanas. En áreas montañosas, en las riberas de los ríos y en costosos espacios citadinos.
Y los hay de diferente accionar y nivel económico y social. Son violadores del medio ambiente de sobrevivencia para el fomento del conuquismo y jorocones conformados en carteles que han logrado penetrar en la importante y poderosa industria de la construcción.
Queman y tumban extensas áreas boscosas como acontece en Bahoruco y otras sierras, lesionan áreas protegidas como en las inmediaciones del Jardín Botánico y las Dunas de Bani, arremeten contras los ríos sacándoles material y violentan áreas urbanas como acontece con la Avenida Ecológica y los farallones en Santo Domingo Este.
¿Quién le pondrá freno a este fatídico flagelo?
