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Casi 1,200 víctimas han pedido compensaciones a la Iglesia por abusos

París. Casi 1,200 víctimas de abusos sexuales en el seno de la Iglesia católica han pedido compensaciones al organismo independiente creado por dicha institución para gestionar las denuncias, según el primer informe anual presentado en París.

la INIRR (Instancia Nacional Independiente de Reconocimiento y Reparación) fue creada el año pasado por la Conferencia Episcopal Francesa, tras la publicación en 2021 de un informe sobre la violencia sexual cometida en el seno de la Iglesia desde 1950 en Francia, que documentó hasta 330.000 víctimas de estos abusos.

La INIRR recibió 1.133 denuncias durante 2022, cifra que con los datos actualizados al pasado 1 de marzo asciende ya a 1.186, de las que 404 ya están siendo atendidas por sus servicios.

De ellos, 201 casos han sido estudiados por el llamado Colegio de la INIRR, que estudia la indemnización económica, y hasta ahora 190 víctimas han recibido compensaciones, con 37.000 euros de media.

Un total de 40 personas han recibido el máximo pago posible, que es de 60.000 euros.

De los casos llegados a la INIRR, el 58 % fueron violencias sexuales mantenidas durante más de un año y el 21 % se desarrollaron durante más de cinco, siendo la mayoría de ellas violaciones. Estas fueron dirigidas especialmente a niños de entre 11 y 15 años (54 % de los casos) o entre 6 y 10 años (40 % de los casos).

«Sabemos que los abusos sufridos durante la infancia son extremadamente importantes y sus efectos se prolongan durante años», reconoció la presidenta de la institución, Marie Derain de Vaucresson, quien admitió que durante años hubo una voluntad en la Iglesia de ocultar estos hechos.

Las víctimas, cuya edad media actual es de 61 años, son mayoritariamente hombres (68 %), pero la directora de la INIRR reconoce que el número de mujeres es mayor del esperado y actualmente representan el 32 %.

Las víctimas, que contactan por teléfono o por correo electrónico al organismo, reciben un acompañamiento próximo e individualizado por parte de la figura del referente, quien les ayuda a través de entrevistas a clarificar sus recuerdos y calificar la violencia sufrida.

Sin embargo, el dinero no siempre es suficiente y en el caso de Stephan, que prefiere no usar su nombre verdadero, la reparación estuvo en el reconocimiento y el consuelo de su sufrimiento. Asaltado a los 13 años durante una confesión, cargó durante años con la culpa del episodio, que le hizo desarrollar una obesidad mórbida por la que tuvo que someterse a una cirugía cardíaca.

«Pensamos que el niño que es violado lo olvida, pero no. El niño que es violado no olvida nunca y sufre traumas de por vida», resalta esta víctima, que, tras su proceso con la INIRR, dice sentirse liberado y reconocido.

«La reparación pasa por una reparación financiera, pero no puede sustituir a la justicia civil», expresa François, nombre ficticio de otra de las víctimas.

Define su experiencia con la INIRR como «una revelación» que le permitió poder expresarse y dar testimonio de lo que había sufrido, e insiste en esa necesidad de reconocimiento, en especial por parte de la Iglesia.

«Lo más importante es que exista esta instancia, creada para ser un foro de escucha, con gente competente que puede comprender lo que hemos vivido y reconocer lo que hemos vivido», concluye.

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