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Santo Domingo

Mercado Nuevo, cruda estampa de la idiosincrasia humana

Petra Saviñón

Si hay un lugar que retrata la idiosincrasia humana es el capitalino Mercado Nuevo, sí, “el de la Duarte”. En cinco kilómetros conjuga elementos sociales, culturales, religiosos,  artísticos, dentro y alrededor de un recinto que exhibe una multiplicidad de artículos desde alimentos a farmacéuticos, higiene, ropa, ferreteros, electrónicos, plomería…

Esta plaza, abierta por Joaquín Balaguer en 1973, en medio de su régimen de doce años suple a todos los de la capital, y a todas las regiones y registra un movimiento diario de dinero de 20 a 30 millones de pesos, que circula entre sus alrededor de tres mil vendedores.

Es un universo tan complejo como la vida misma de cada uno de sus mercaderes y compradores. Allí acuden los que le ganan al alba y ya a las 4:00 de la mañana tienen sus negocios abiertos.

Pero antes van los que a las 11:00 de la noche ya están listos para descargar sus camiones y los que los esperan para adquirir rubros traídos de lejos y llevados lejos.

Protagonistas

Lo colma gente alegre, dicharachera, solidaria, egoísta   y jodona, jóvenes que luego de la jornada laboral estudian, niños que criados en ese mundo corretean entre las verduras, enfermos mentales, adictos, prostitutas, microtraficantes, asaltantes, prestamistas, predicadores, curanderos, boticas, pedigüeños, jabladores que inventan una vida  fantástica, ingenuos engañables, borrachos, ruidooo…

En las cercanías, las  bancas de apuestas, barras, peluquerías, panaderías, gomeras,  talleres de todo tipo y un sin fin de negocios, complementan la idea de que esa recreación de país es perfecta.

El folclor dominicano es acompañado  cada vez con más fuerza por el haitiano y su variedad de comida “rara” compuesta por verdolaga bleo, yute, arroz con abapén  y de forma tímida aún,  el venezolano es representado por jóvenes vendedoras de comida típica de su nación y  por una rifera.

Personas que testimonian que han salido de la pobreza extrema gracias a esta fuente de sustento y que pese a venir de barrios llenos de drogas, delincuencia, miseria, sexo precoz y a encontrarlas también allí, han mantenido su integridad.

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