La cosecha de café más prometedora de los últimos diez años en República Dominicana podría convertirse en una tragedia económica para miles de familias productoras si el Gobierno no actúa con urgencia.
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Más de 6,000 millones de pesos están en riesgo debido a la falta de mano de obra para la recolección del grano en las zonas cafetaleras, especialmente en la región sur del país.
Este año, los caficultores esperaban superar los 300 mil quintales de producción nacional, una cifra que no se alcanzaba desde 2013, cuando se marcó un pico antes del colapso paulatino del sector. Sólo en la región sur se proyecta una cosecha de más de 120 mil quintales, según productores locales.
La preocupación del sector se agrava porque el aumento en la producción coincide con una situación histórica en el mercado internacional: el precio del café ha alcanzado su punto más alto en los últimos 50 años. Actualmente, el quintal de 100 libras se está pagando a RD$21,500, lo que supone un ingreso potencial sin precedentes para los productores en las zonas más deprimidas del país.
Una oportunidad que se puede perder
Con los precios actuales, una cosecha de más de 300 mil quintales implicaría la circulación de más de 6,000 millones de pesos en las zonas rurales, lo que dinamizaría las economías locales y permitiría a los productores recuperarse de años de pérdidas.
Sin embargo, los caficultores denuncian que no hay recolectores suficientes para levantar la cosecha. “No hay dominicanos que quieran ir al campo a recoger café, pero tampoco tenemos acceso a mano de obra haitiana como antes”, explicó uno de los líderes del sector en la región sur.
El adelanto de las lluvias de octubre, que normalmente ocurren a mitad de cosecha, está acelerando la maduración del grano y amenaza con echar a perder los frutos si no se recogen a tiempo.
El costo del abandono
La situación se ve agravada por la falta de respuesta institucional. Ni el Instituto Dominicano del Café (INDOCAFE) ni el Ministerio de Agricultura han ofrecido planes de contingencia o asistencia para evitar la pérdida de la cosecha.
“Cada libra de café que cae al suelo son 21 pesos que el productor no verá jamás. Es inaceptable que se pierda una cosecha tan prometedora mientras las autoridades miran hacia otro lado”, denunció un productor afectado.