Rostyslav Averchuk
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Járkov- La agricultura se convierte en un salvavidas para los habitantes de los territorios devastados por la ocupación rusa, donde la pérdida de empleos y la presencia de minas antipersonales que persisten tres años después de su liberación por Ucrania se ven contrarrestadas por una iniciativa que proporciona a la gente invernaderos y apoyo logístico para cultivar y vender sus productos y afrontar el futuro incierto.
“Hace poco, no me imaginaba saber tanto sobre el cultivo de pepinos y tomates”, dice Meriam Yol, exproductora de videos y ahora directora de la ONG “Volonterska” en la ciudad nororiental de Járkov.
Yol está detrás del mostrador de una pequeña tienda en el “Almacén Siete”, un espacio popular entre los jóvenes de la ciudad. En el mostrador hay verduras frescas, quesos y otros productos, como sal mezclada con albahaca, eneldo y cebolla.
Además de ser productos agrícolas de alta calidad, su singularidad radica en provenir de zonas que fueron ocupadas por las fuerzas rusas al inicio de la invasión y liberadas durante una exitosa contraofensiva en septiembre de 2022.
La “Tienda de la Desocupación”, como se denomina esta iniciativa, es un esfuerzo para apoyar a los residentes de estos pueblos, que siguen sufriendo las consecuencias de la ocupación. Los combates continúan a sólo 20 kilómetros de distancia.
Los residentes de Studenok, una aldea en la frontera entre el distrito de Izyum y la region de Donetsk, trabajaron durante décadas en los numerosos centros turísticos de la cercana ciudad turística de Svyatohirsk. La invasión dejó a la mayoría de los habitantes sin trabajo, con viviendas dañadas y con las conexiones logísticas y la economía interrumpidas.
“Al principio, entregábamos allí productos básicos como comida o ropa, pero nos dimos cuenta de que era importante ayudar a la gente a recuperar su sustento”, explica Yol.
Con el apoyo de sus socios, el equipo de Yol compró semillas de calidad e invernaderos, donde desde entonces los pobladores han estado cultivando tomates, pimientos y otras verduras para la venta.
La agricultura contra la ocupación
El viaje hasta el pueblo dura tres horas, atravesando numerosos puestos de control, aldeas destruidas y una línea de defensa antitanque de varios kilómetros de longitud que atraviesa la estepa de Járkov.
Un pequeño estanque en el jardín de Yulia Korchma parece a primera vista una obra de arte paisajístico. Se formó por la explosión de un proyectil ruso, explica Korchma, mientras cargan cajas de verduras en una minivan.
“Mi familia ha vivido aquí por generaciones”, dice la vecina que regresó a casa poco después de la huida de los rusos, para restaurar su huerto con gran riesgo personal. Muchos campos permanecen sin inspeccionar en busca de proyectiles sin explotar y minas “pétalo” que se ocultan fácilmente en la hierba, permanecen activas durante años y causan la amputación de pies si se pisan.
La presencia de minas hace que los invernaderos sean especialmente vitales. En cada uno de ellos, prosperan ordenadas selvas de pimientos, pepinos y tomates, mientras los productos calentados por el sol impregnan el aire de ricos aromas.
Los vecinos de Korchma todavía tienen que enfrentarse al riesgo de pisar una mina mientras preparan heno en los campos cercanos para alimentar a las vacas, una parte vital del sustento de la familia.
La agricultura requiere experiencia y conocimientos, por eso se cometen errores, admite María Korchma, mientras da agua a las vacas, junto a los invernaderos.
Sin embargo, María, cuyos dos hijos luchan en el ejército, aprende con videos de YouTube y recibe apoyo de otros agricultores que se suman a la iniciativa.
Esperanza en medio de un futuro incierto. Decenas de cajas con verduras recolectadas se transportan semanalmente a Járkov, y los patrocinadores cubren el aumento del costo. Esto mantiene precios asequibles para los consumidores y ayuda a los agricultores a obtener ingresos esenciales.
Cuando las verduras llegan a Járkov, llenan el espacio entre los ordenadores y las pizarras de la escuela de marketing “Bagazh”, desde donde se entregan a la tienda de la iniciativa y a varios restaurantes.
“Si tuviera que nombrar a todos los participantes de la iniciativa, me llevaría minutos. Es inspirador”, dice Yol mientras el trabajo no cesa.
A Yol le duele ver cómo algunos lugareños se ven obligados a huir nuevamente debido a los lentos avances de Rusia en algunas zonas.
Sin embargo, el apoyo de Járkov ayuda a los residentes de las zonas liberadas a soñar con un futuro mejor. “Este año estoy cultivando batatas por primera vez. El año que viene quiero intentar plantar espárragos”, sonríe Maria Korchma, agricultora de Studenok. EFE