Desde casa o desde el trabajo -quien haya podido ir este miércoles a la oficina-, los pequineses se pegaron hoy a la televisión para ver un evento que también se lee en clave interna: buscaba ensalzar el papel del Partido Comunista como garante de la unidad del pueblo chino y la resistencia contra la agresión extranjera.

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“Me siento muy emocionado. Es la primera vez que asisto a un gran evento de estas características. La oportunidad de venir a la plaza de Tiananmen y ver el desfile es difícil de conseguir. Me siento muy orgulloso”, dijo a EFE un civil que asistió al evento.

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Los ciudadanos que lograron hacerse con una de esas oportunidades y presenciar el desfile tuvieron que lidiar con intensos controles de seguridad.

Y aunque algunos pronósticos apuntaban a posibles precipitaciones, el desfile se celebró finalmente bajo un sol de justicia. “La lluvia no afectará a la atmósfera festiva”, había asegurado Vladímir Putin a su homólogo, Xi Jinping, en la víspera.

Los ciudadanos que lograron hacerse con una de esas oportunidades y presenciar el desfile tuvieron que lidiar con intensos controles de seguridad, citando con hasta seis horas de antelación a los asistentes, que tenían que pasar dos controles para acceder a la plaza de Tiananmen, donde en algunas áreas estaban prohibidos teleobjetivos, trípodes, micrófonos inalámbricos o paraguas.

Algunos reporteros trataban de buscar resquicios entre las lagunas de la normativa: “Me he traído un catalejo, no decían que estuviesen prohibidos”, narraba un periodista antes de dirigirse a Tiananmen.

En las tribunas, la estampa más repetida fueron las vísceras y las toallas distribuidas por la organización, con las que los asistentes trataban de resguardarse del calor y la alta humedad.

 Pantallas gigantes y calles cortadas

Entre la excitación de quien presencia algo histórico y la irritación del que ve interrumpida sin permiso su rutina, miles de los trabajadores de la capital siguieron la retransmisión del desfile por televisión en pantallas instaladas en los centros de trabajo.

Los que lograron llegar a la oficina a tiempo se contaron entre los afortunados de la jornada, ya que fueron todavía más los que quedaron atrapados por los férreos cortes de calles y avenidas. En las intersecciones se agolpaban viandantes, ciclistas y sobre todo los mensajeros en motocicletas eléctricas que en los últimos años se han convertido en la estampa más habitual de las ciudades chinas.

Muchos de ellos se dieron cuenta de que sus habituales pitidos para abrirse paso no servían de nada hoy y se lo tomaban con humor, entre miradas nerviosas al teléfono en el que se les acumulaban los mandados y sorprendidas hacia el cielo pequinés cada vez que un avión de guerra chino lo surcaba a poca altura dejando una estela roja.

“China es muy fuerte, me alegro de que puedan ver esto”, afirmó a EFE con visible excitación la limpiadora de una conocida franquicia de espacios de “coworking” que iba y venía excitada entre la pantalla gigante en la que desfilaban tanques y misiles, y las ventanas del edificio para ver pasar las aeronaves.

Excitación en Internet

En las redes sociales chinas, el desfile fue seguido con tanta atención como en la plaza de Tiananmen. En Weibo, equivalente chino a X, las 50 principales tendencias del día estaban relacionadas con la marcha, con cientos de comentarios que mezclaban ironía con fervor patriótico y reconocimientos históricos.

Uno de los apodos más repetidos fue el de Kim Jong-un como “líder millennial”, en contraste con la veteranía de Xi y Putin. Mientras, el estreno del misil DF-61 hizo que algunos se preguntaban que por qué no existía un DF-51. La respuesta viral, que estaba “de vacaciones”.

También circuló la imagen del coche vacío con matrícula ‘1945’, colocado junto al ‘2025’, interpretado como un homenaje silencioso y reivindicativo a los caídos de la guerra, mientras que la aparición de nuevos drones y robots de combate fue calificada como “de ciencia ficción”.

“Esto antes solo lo veía en películas”, escribieron algunos usuarios, mientras otros apuntaban que incluso los expertos militares estaban desorientados ante los sistemas presentados.

El desfile del batallón femenino de milicianas, con uniforme de camuflaje en lugar de las tradicionales faldas, celebrado como un símbolo de modernidad y bautizado con la frase viral “hermosas y poderosas”, fue otro de los momentos más comentados del evento.

Pero lo más emotivo fue el cierre de la ceremonia, con la suelta de 80.000 palomas, que poco después empezaron a regresar a sus palomares en distintos distritos de Pekín, donde incluso hoy sonaban himnos militares al llamar a cualquier número de teléfono.