Recluido en una cabaña de Maine, Eva Victor escribió un borrador de Sorry, Baby que brotaba a borbotones y que nunca cambió sustancialmente. Con un sentido rico y muy específico del tiempo y el lugar, lo que hizo único al guion fue la fidelidad de Victor a los amplios sentimientos que Agnes experimenta, mucho más que detenerse en los eventos que debe soportar. El guion expone las preguntas más importantes que plantea el trauma personal: ¿Qué cambia en nosotros cuando los malos recuerdos se instalan en el cuerpo? ¿Por qué lamentamos la persona en la que podríamos habernos convertido? ¿Cómo avanzamos en un camino que podría no parecerse al que imaginamos para nosotros mismos?

Thank you for reading this post, don't forget to subscribe!

“Sorry, Baby” narra la historia de Agnes (interpretada por Eva Victor), una profesora que intenta seguir adelante con su vida tras sufrir una agresión sexual.

Publicidad

Al centrar la historia en alguien que está estancado, Victor trastoca las expectativas del público sobre el tiempo; cómo los minutos, las horas, los días e incluso los años se vuelven inestables e inconexos en el calor de la crisis, y cómo salir del estancamiento y avanzar puede ser un proceso no lineal. Al dividir la película en cinco capítulos que saltan en el tiempo, cada uno representando un año reverberante, Victor se pregunta. “Lydie(interpretada por Naomi Ackie) entiende que hay un egoísmo inherente en recuperarse de algo así; sabe que Agnes tiene que encerrarse en sí misma para sobrevivir”, dice Víctor. “Pero eso no significa que Lydie también tenga que quedarse atrapada. Creo que es importante que Lydie tenga paciencia con Agnes, pero nunca se detenga a vivir la vida que quiere”.

Los momentos tranquilos y embriagadores entre Lydie y Agnes se convirtieron en el hilo conductor de un guion que gira en torno a los momentos. Pero el único momento que se omite intencionadamente es el que altera la trayectoria de Agnes. En ese instante, la cámara retrocede. Agnes se lo cuenta todo a Lydie en un recuerdo escalofriante que resalta la simple valentía de decir lo insondable en voz alta. Pero lo que las dos jóvenes llaman “lo malo” queda relegado a propósito a un fantasma que acecha la película desde sus bordes.

 

Y llegó Barry Jenkins

Cuando el guion estuvo completo, Victor se lo envió a Barry Jenkins, el guionista, director y productor ganador del Óscar, conocido por apoyar a jóvenes cineastas a través de su compañía Pastel. Jenkins ya conocía a Victor, pues se había puesto en contacto con ella a través de redes sociales tras quedar impresionado por la calidad cinematográfica de sus videos de comedia. Jenkins, junto con los cofundadores de Pastel, Adele Romanski y Mark Ceryak, no solo querían hacer Sorry, Baby, sino que querían que Victor dirigiera la película.

Víctor, por su parte, admite que la fe y el ánimo de Pastel fueron emocionantes. “Barry había visto mis videos y me apoyaba como artista que creía que podía dirigir”, dice Víctor. “Pero me hizo darme cuenta de que yo estaba dirigiendo esos videos, aunque yo no lo hubiera pensado así. Cuando Pastel me preguntó si quería dirigir la película, al principio dije que no, porque me parecía demasiado trabajo para un debut en el largometraje. Me dijeron que me fuera y lo pensara”.

Víctor hizo mucho más que pensarlo. “Empecé a crear estos intensos lookbooks visuales para cada escena del guion”. La actuación fluyó con naturalidad, no solo porque Víctor conocía tan bien la voz de Agnes, sino también porque el escritor, director e intérprete estaba repleto de talentos extraordinarios.

Cuando la película terminada se proyectó en Sundance a principios de 2025, Víctor tuvo la primera experiencia de ver a un público desconocido asimilar el mundo y la experiencia de Agnes. Ver a otros reconocerse en Agnes fue, en muchos sentidos, la mayor recompensa para Víctor.

“Fue muy significativo que la película inspirara conversaciones y que la gente se sintiera animada a decirse cosas que antes tal vez no se sentían cómodas diciendo en voz alta”, dice Víctor. “Por eso hice la película: para hablar de algo que me costaba expresar con palabras, para dar vida a sentimientos que parecían imposibles de describir. Si la película permite que alguien más abra las puertas a esos sentimientos y reflexione más sobre su propia sanación, me entusiasma que cree ese espacio”.