SAN DIEGO – Los Padres adquirieron a Mason Miller porque puede lanzar rectas de 103 mph con un slider devastador. El bono extra: al parecer, también puede defender la primera base.

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En el momento más importante del juego más grande de los Padres en esta temporada, el scoop de Miller a un tiro bajo de Xander Bogaerts marcó la diferencia en la apretada victoria 2-1 sobre los Dodgers en Petco Park. Con ese resultado la noche del viernes, la División Oeste de la Liga Nacional volvió a quedar empatada en la cima con 33 juegos por disputar.

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Los Dodgers aseguraron el criterio de desempate directo con su barrida en Los Ángeles el fin de semana pasado, por lo que tendrían ventaja si ambos terminan igualados. Aun así, fue toda una respuesta de los Padres.

El equipo fabricó carreras con juego pequeño, contó con seis brillantes innings del abridor Yu Darvish y luego entregó el partido a su súper bullpen, que superó una prueba de ambiente de octubre —aunque no sin sobresaltos.

“Fue enorme”, dijo Fernando Tatis Jr. “Todos sabíamos lo que pasó el fin de semana pasado. Queríamos llevarnos el primero. Ahora apuntamos a los otros dos”.

Todo esto en un Petco Park a reventar. Y sí, ha estado vibrante todo el verano, pero el viernes alcanzó otro nivel.

“Se sentía más cargado esta noche, y me encantó”, dijo el jardinero izquierdo Gavin Sheets. “Era una atmósfera de playoffs. Obviamente sabíamos lo importante que era el juego. Todos lo sabían. Tener a la gente de pie toda la noche, fue un gran partido de béisbol de ambos lados”.

El momento decisivo llegó en la parte alta de la octava. Miller había dado dos boletos a tres bateadores y Shohei Ohtani esperaba en el círculo de espera. Dalton Rushing conectó un rodado fuerte a primera, que Luis Arráez manejó limpio antes de tirar a Bogaerts en segunda. Miller cubrió la inicial, colocó el pie en la base e hizo la atrapada para completar el doble play que evitó la carrera del empate. En primera instancia se marcó quieto, pero la revisión lo corrigió.

“Es pura adrenalina”, dijo Miller. “Uno preferiría no estar en una situación así, si no es necesario”.

Miller no recordaba haber jugado en primera desde las Pequeñas Ligas. “Por algo ahora soy pitcher”, bromeó. Pero los Padres lo trajeron para impulsarlos hacia su primer título del Oeste desde 2006, y al parecer lo hará de cualquier manera posible.

Darvish, por su parte, estuvo brillante: permitió sólo un hit en seis innings, un jonrón en el tercer acto de Alex Freeland que apenas se mantuvo dentro del poste de foul del derecho. El japonés apenas cedió contacto fuerte y ponchó a cinco, convirtiéndose en el primer abridor de los Padres con 39 años o más en ganar un juego desde Greg Maddux en 2008.

“Estuvo tremendo”, dijo Tatis. “Movió la bola de maravilla. Lo ha hecho toda su carrera, así que no es nada nuevo”.

Darvish fue eficiente también, requiriendo apenas 74 lanzamientos para completar seis episodios, dejando al manager Mike Shildt con la decisión. Fue la mejor versión de Darvish en el año, pero con el liderato en juego, había que recurrir al bullpen de lujo.

Jason Adam retiró en orden el séptimo. Miller sobrevivió a la octava. Robert Suárez hizo lo propio en la novena, sumando su salvamento número 34, líder en Grandes Ligas.

“Hoy fue una receta más a la antigua”, dijo Shildt. “Un abridor dándonos seis innings —Darvish fantástico—, outs productivos, buen bateo situacional, buena defensa. El bullpen lo terminó. Fue un gran partido de béisbol”.