El Paso.- De entre los miles de migrantes que tratan estos días de entrar en Estados Unidos por la frontera con México hay cientos de nicaragüenses y cubanos que no corren la misma suerte que otros porque no están sujetos al Título 42 y pueden pedir asilo político sin riesgo de ser expulsados
En el aeropuerto internacional de El Paso, en la ciudad fronteriza de Texas, decenas de cubanos y nicaragüenses pasaron la noche del miércoles esperando vuelos que los lleven a su destino final.
En octubre, el último mes con datos disponibles, los cubanos superaron a los venezolanos en el número de detenciones en la frontera sur, con más de 29.000 arrestos reportados, según datos de la Oficina de Aduana y Protección Fronteriza de EE.UU. (CBP, en inglés).
Los nicaragüenses, por su parte, son la cuarta nacionalidad que presentó más detenciones, con más de 20,983 arrestos, el pico más alto para los ciudadanos de este país en los últimos 12 meses.
Debido a que estos países no aceptan vuelos de deportación de EE.UU., los migrantes de estas nacionalidades que cruzan de manera irregular y se entregan a las autoridades no están sujetos al Título 42.
Esta norma sanitaria, que el Tribunal Supremo decidió mantener de manera cautelar hasta que los de menor instancia resuelvan el caso, permite a las autoridades fronterizas expulsar de forma inmediata a los migrante que llegan a la frontera.
Las personas de Cuba, Nicaragua y otros países que no han entrado en acuerdos de EE.UU. con otros Gobiernos de la región, en especial México, son liberados en el país, donde pueden esperar mientras se resuelven sus casos de asilo.
Rosa, de 39 años, forma parte de estas cifras: salió de Nicaragua el 25 de noviembre y cruzó hace menos de una semana el Río Bravo, que divide El Paso y Ciudad Juárez. Ahí fue arrestada por agentes fronterizos que la llevaron a ella y a sus dos hijos a un centro de detención donde pasó 48 horas.
“Salí del país porque estaba cada vez más en quiebra, cada día las cosas están más caras”, contó a EFE esta mujer de pelo largo y negro y mirada cansada. Su hijo David, de 18 años y aficionado al boxeo, contó que decidió dejar Nicaragua para apoyarla, pero también por el acoso del Gobierno.
“Nos obligan a los jóvenes a hacer huelgas o a participar en eventos”, dijo el joven.
A pocos metros de donde estaban David y su madre y abrigados con unas mantas de la Cruz Roja, Yaimaris y su esposo, Rolando, esperaban a que su hija Luz, de 7 años, conciliara el sueño.
Al igual que Rosa y sus hijos, también pasaron 48 horas en un centro de detención. Su travesía hacia EE.UU. fue por aire y por tierra: en avión hasta Nicaragua y luego en autobuses hasta la frontera con México.
“La parte más difícil fue salir de Cuba”, aseguró Rolando, quien dijo estar ansiosos por llegar a Miami, donde espera poder darle un futuro mejor a su hija.
A su lado, Francesco, también cubano, que fue liberado el día anterior del centro de detención, concuerda con lo que dice el padre de Luz: “Cada día la situación se pone peor” en ese país, dijo.
En los últimos 12 meses, más de 250.000 cubanos han sido arrestados cruzando la frontera entre EE.UU. y México, la mayor ola de migración de la isla hacia el país norteamericano desde finales de los años 90.
En el año fiscal 2022, CBP detuvo a más de 2,76 millones de migrantes que cruzaron la frontera, una cifra récord. EFE