Mireia Bonilla – Ciudad del Vaticano
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El Papa León XIV ya está en Turquía. Su primer discurso lo ha pronunciado ante las autoridades, representantes de la sociedad civil y el Cuerpo Diplomático en la biblioteca nacional de Ancara. Ante ellos, el Pontífice ha expresado su satisfacción de comenzar los viajes apostólicos de su pontificado en este país y ha destacado el papel único de Turquía como puente entre culturas y religiones y como conexión entre Oriente y Occidente: “La imagen del puente sobre el estrecho de los Dardanelos, elegida como emblema de mi viaje, expresa eficazmente el papel especial de su país. […] Antes de conectar Asia y Europa, Oriente y Occidente, ese puente une a Türkiye consigo misma, compone sus partes y la convierte, por así decirlo, desde dentro, en una encrucijada de sensibilidades”.
En este sentido, el Papa estadounidense recuerda ante las autoridades turcas que una sociedad está viva si es plural: “son los puentes entre sus diferentes almas los que la convierten en una sociedad civil”.
El gran desafío de hoy: tener un corazón dócil a la voluntad de Dios
El Papa después explica que, en una sociedad como la turca, donde la religión tiene un papel visible, es fundamental honrar la dignidad y la libertad de todos los hijos de Dios: “Todos somos hijos de Dios y esto tiene consecuencias personales, sociales y políticas. Quien tiene un corazón dócil a la voluntad de Dios siempre promoverá el bien común y el respeto por todos. En la actualidad, esto supone un gran desafío, que debe remodelar las políticas locales y las relaciones internacionales”.
Y advierte del avance tecnológico —incluida la inteligencia artificial— el cual puede agravar desigualdades si no se orienta éticamente: “estamos ante una evolución tecnológica que, de otro modo, podría acentuar las injusticias, en lugar de contribuir a disiparlas. De hecho, incluso las inteligencias artificiales reproducen nuestras preferencias y aceleran los procesos que, a fin de cuentas, no son las máquinas, sino la humanidad quien los ha emprendido”.
Responder al consumismo con una cultura de afecto y valores
En su discurso, el Santo Padre también ha invitado a reflexionar sobre el valor de los vínculos humanos frente a las economías consumistas, subrayando que el amor, la familia y la participación activa de las mujeres son esenciales para el desarrollo personal y social: “A este engaño de las economías consumistas, en las que la soledad se convierte en negocio, conviene responder con una cultura que valore los afectos y los vínculos”. De hecho – puntualiza el Papa – “quien desprecia los vínculos fundamentales y no aprende a soportar incluso sus límites y fragilidades, se vuelve más fácilmente intolerante e incapaz de interactuar con un mundo complejo”.
Priorizar la paz, la justicia y el desarrollo humano frente a los conflictos globales
El Papa concluye su discurso advirtiendo sobre los conflictos globales actuales – lo que el Papa Francisco llamaba “la tercera guerra mundial a pedazos” – que distraen a la humanidad de sus retos fundamentales: paz, erradicación de la pobreza, salud, educación y cuidado del medio ambiente. Su mensaje final es un recordatorio a las autoridades turcas de que la Santa Sede ofrece su fuerza espiritual y moral para colaborar con todas las naciones que busquen el desarrollo integral de cada persona:
“La Santa Sede, con su única fuerza, que es la espiritual y moral, desea cooperar con todas las naciones que se preocupan por el desarrollo integral de cada hombre y de todos los hombres y las mujeres. Caminemos juntos, pues, en la verdad y en la amistad, confiando humildemente en la ayuda de Dios”.








