Paula Bernabéu
Jerusalén.- Mientras las autoridades palestinas y las israelíes auguran un acuerdo inminente de tregua en la Franja de Gaza, la población de Jerusalén, dividida entre ambas comunidades, coincide en que es el momento de un acuerdo pero mantiene sus reservas respecto al futuro que este deparará.
“Rezamos para que el acuerdo salga adelante y estamos contentos de que finalmente, tras casi año y medio de guerra se hayan sentado a hablar”, celebra Imad, preguntado por el acuerdo en una de las arterias principales de Jerusalén Este, territorio palestino que Israel ocupa desde 1967.
Israel y la organización islamista Hamás, que gobierna en Gaza, negocian desde hace días en Doha el acuerdo de alto el fuego en la Franja, entre cuyos pilares se encuentra el intercambio de rehenes israelíes por presos palestinos y la progresiva retirada de las tropas del enclave.
Ayer, un funcionario israelí aclaró que las partes están cerrando los detalles sobre la primera fase de implementación del acuerdo, que se prolongará unos 42 días, y en la que se liberarán 33 rehenes -con prioridad de niños, mujeres, ancianos, enfermos y heridos- a cambio de “un número considerable, de muchos cientos de presos”.
La segunda y tercera fase del acuerdo, que atañen a la reconstrucción del enclave o la retirada total de las tropas israelíes, se verán sometidas a negociaciones posteriores que despiertan suspicacias tanto entre palestinos como israelíes.
La disposición de este palestino a hablar con la prensa no es común en el este de Jerusalén, donde muchos temen en estos momentos críticos las represalias por visibilizarse y repiten comentarios como “estamos bajo mucha presión” al rechazar posicionarse.
Es el caso de Safa, una palestina de Belén que no quiere mostrarse ante las cámaras: “Tenemos que pasar por un puesto de control militar israelí (para volver a Belén), si ven lo que he dicho pueden no dejarme entrar”, lamenta.
Dentro de la Ciudad Vieja de Jerusalén, Vicky Sahagian, armenia nacida en la ciudad, acoge el posible acuerdo con una sensación agridulce: “Este ciclo volverá a ocurrir”, lamenta, “es lo que la historia nos ha demostrado”.
Sahagian celebra el posible acuerdo, pero cree que palestinos e israelíes aún no están listos para buscar una paz duradera.
“Entiendo que el 7 de octubre y lo que le pasó a los israelíes fue un gran shock, y yo como humana tengo problemas con ello, con la matanza, pero la represalia (israelí) ha sido muy, muy horrible”, explica.
El ataque de los milicianos palestinos del 7 de octubre de 2023 se cobró la vida de 1.200 personas en territorio israelí, mientras que la represalia israelí ha matado desde entonces a cerca de 47.000 gazatíes.
Los israelíes creen que los ataques continuarán
“Me alegro de que haya alguna resolución a esta larga guerra, pero espero que la gente que sea liberada (los presos palestinos a cambio de los rehenes) no vuelva a mordernos y atacarnos después, como pasó con Sinwar”, dice en el oeste de la ciudad Josh, un judío neoyorkino que vive en Israel desde hace más de tres años. “Creo que, en cualquier caso, la guerra tiene que terminar”, asevera.
El que fuera líder de Hamás en Gaza y el cerebro tras el ataque del 7 de octubre, Yahya Sinwar, salió de la cárcel en 2011 en un acuerdo de intercambio de presos palestinos por un soldado israelí que permanecía secuestrado en Gaza.
“Todos estamos esperando el retorno de los rehenes, pero sabemos que tenemos que pagar un precio muy duro”, dice por otro lado Hana, israelí, quien cree que los milicianos de Hamás se reagruparán en la Franja tras el acuerdo. “Necesitamos que nuestras hermanas y hermanos vuelvan, pero no estoy feliz. Estaré contenta si vuelven, pero, en general, no es un día alegre”, advierte.
De los 251 secuestrados en territorio israelí el 7 de octubre, 94 siguen en Gaza y al menos 34 están muertos. 117 han salido con vida y 40 cuerpos de cautivos han sido rescatados.
Mientras el público general desconfía del acuerdo por temor a nuevos ataques de las milicias palestinas, las familias de los rehenes temen que este no garantice el regreso de todos sus seres queridos, al garantizar la primera fase el retorno de sólo parte de ellos.
“La perfección no existe, no podemos esperar el acuerdo perfecto. Tuvimos uno el año pasado (la tregua de noviembre de 2023, en la que 105 cautivos fueron liberados) que trajo a mucha gente de vuelta, tenemos que llegar a más acuerdos hasta que los tengamos a todos de vuelta”, sentencia Susan, que ha viajado de Minesota a Jerusalén para visitar a su familia. EFE