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TORONTO — La manera súbita, desgarradora e inusual en la que terminó la temporada 2022 de Toronto fue un baldazo de realidad. Los Azulejos eran un equipo bueno, pero ser bueno no basta.
Lo mismo se puede decir del rostro de su franquicia, Vladimir Guerrero Jr.
El dominicano empalmó 32 jonrones con un OPS de .818 la pasada temporada, en la que ganó su primer Guante de Oro y fue convocado a su segundo Juego de Estrellas. Para la mayoría del béisbol, hubiese sido una campaña de ensueño. Pero para un talento prodigioso que pertenece la realeza del béisbol y casi ganó un Premio JMV en el 2021 a sus 22 años, fue decepcionante.
A los Azulejos les va como le vaya a Guerrero, y cuando ves a este roster remodelado, ha más que suficiente talento para hacer algo grande. Es difícil afirmar con autoridad que este equipo de Toronto es mejor o peor, pero definitivamente son un equipo distinto.
En medio del torbellino, los Azulejos cambiaron al dominicano Teóscar Hernández y al cubano Lourdes Gurriel Jr., que no solamente eran los talentosos jardineros de las esquinas del club, sino también dos de los mejore amigos de Guerrero. Este es el elemente humano que forma parte de la fórmula cuando los equipos jóvenes y buenos llegan a este punto y se ven obligados a desprenderse de algunas de las piezas de su núcleo original.
“Es parte del negocio y no tengo control sobre eso”, dijo Guerrero. “Por supuesto que Teo y Lourdes son grandes amigos míos y grandes jugadores, pero así son las cosas. Por otro lado, trabajaré con los muchachos nuevos para tratar de hacerlos sentir bien”.
Hernández se había convertido en una estrella con los Azulejos, ya que ganó Bates de Plata en campañas consecutivas. Gurriel no tenía los mismos reconocimientos, pero demostró ser muy talentoso cuando estuvo saludable. El pasado verano, el manager John Schneider incluyó a Gurriel en su lista de los líderes del club, una sorpresa para muchos que ven solamente el lado juguetón de Gurriel, pero no sus conversaciones más discretas dentro del camerino.
“Obviamente, Lourdes, como Teo, era uno de mis mejores amigos en el equipo”, dijo Guerrero. “Habíamos jugado juntos desde las ligas menores. Se la pasa dándome consejos y ayudándome. Es un gran líder y le deseo lo mejor”.
Cada movimiento que han hecho los Azulejos afecta la dinámica en el clubhouse, incluyendo la reciente firma de Brandon Belt, quien era una figura muy querida en San Francisco y ganó dos títulos allí. Este camerino es muy distinto a los equipos de Toronto que llegaron a la postemporada en el 2015 y el 2016, en los que el entusiasmo de Alek Manoah hubiese encajado perfectamente, pero la gerencia dice que eso no fue enfoque principal.
“Definitivamente no era prioridad. Estamos muy a gusto con la personalidad y el profesionalismo de nuestro clubhouse, pero siempre estamos buscando mejorar”, dijo el gerente general Ross Atkins, “y siempre tratando de progresar”.
La decisión de los Azulejos de emplear otra estrategia para tratar de ganar una Serie Mundial tiene lógica. Todos los años, los equipos repletos de jugadores estelares y futuros Salones de la Fama se quedan cortes. Los deportes profesionales, en los que un club celebra y otros 29 fracasan, son intrínsicamente crueles.
Esto es cuestión de estilo, algo que Guerrero reconoce.
“Va a ser diferente. Muy diferente”, dijo Guerrero. “La velocidad, vamos a ser más rápidos, la defensa, jonrones. Va a ser un equipo más completo”.