Humberto Almonte

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Analista de Cine

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Con los remakes, casi siempre la gente se va en una o en sentimientos, como decimos los dominicanos, cuando alguien asume las cosas de manera excesivamente emocional. En el caso de Un Vecino Gruñón  (A Man Called Otto), segunda adaptación cinematográfica de la novela “En man som heter Ove” escrita por Carl Fredrik Backman, con la primera versión sueca del 2015 usando el mismo nombre de la novela, para nada ha sido diferente: mismos prejuicios y mismos discursos sobre el tema. 

Es muy cierto que cuando se hace una segunda o tercera versión de una película sus hacedores deben esforzarse por superar a sus predecesores o les lloverán tulipanes rusos flameantes. El Ove sueco tiene ciertas afinidades con el Otto norteamericano que provienen del mismo texto en que se basan, pero los detalles empujan cada versión hacia las cotidianidades culturales en las que se sitúan. 

La trama se centra en Otto Anderson, un viudo cascarrabias y muy obstinado. Cuando una alegre y joven familia se muda a la casa de al lado, Otto encuentra la horma de su zapato en la espabilada y muy embarazada Marisol, con la que entablará una muy improbable amistad que pondrá su mundo patas arriba.

 

Marc Forster asume la dirección, el guion es de David Magee, que a su vez se basa en el  original de Hannes Holm. El elenco está compuesto por Tom Hanks, Mariana Treviño, Manuel García-Rulfo, Rachel Keller, Cameron Britton, Mike Birbiglia, Kelly Lamor Wilson, Josefine Lindegaard, Elle Chapman, Juanita Jennings, Lavel Schley, Kirk Kelly, Phill Nardozzi, Christiana Montoya, Kailey Hyman, Nayab Hussain, Bryant Carrol y Greg Allan Martin. 

La previsibilidad no esta reñida con el entretenimiento, pues así como no nos aburrimos de oír la misma historia en múltiples ocasiones, la cual capturará nuestra atención dependiendo de la habilidad del fabulador, que en este caso es Marc Forster, quien cuenta con la asistencia de Tom Hanks para convencer al espectador de que se quede a oír la narración hasta el final. 

¿Cómo superar el duelo por una persona amada?

El centro dramático de la película es la negativa de Otto Anderson  (Tom Hanks) a superar la desaparición de su amada esposa, aferrándose a su trabajo y a mantener el orden de la vecindad como mecanismo compensatorio de esas pérdidas. Su comportamiento gruñón y obsesivo con los detalles, completa el círculo para conformar este complejo cuadro. 

Forster simplifica las subtramas provenientes de la novela y de la película original  en busca de una mayor agilidad narrativa y lo consigue a costa de la profundidad psicológica de la trama principal y los personajes. Esta estrategia apunta hacia una mayor ligereza conceptual buscando alcanzar una mayor base de público. 

La llegada de Marisol (Mariana Treviño), su torpe esposo Tommy  (Manuel García-Rulfo), sus hijas y el despido de su trabajo es el detonante de una serie de cambios en la vida y en las rutinas de Otto  (O de O.T.T.O. como lo llaman sus nuevos vecinos), que se amplían con la aparición de un gato, un ex estudiante trans de su desaparecida esposa y la reconsideración de sus relaciones con su antiguo amigo Reuben, acontecimientos en cascada que lo hacen repensar sus relaciones con el entorno. 

Uno de los puntos más altos en Un Vecino Gruñón son las actuaciones con un elenco encabezado por Tom Hanks y donde Mariana Treviño, Manuel García-Rulfo, Cameron Britton y el resto, hacen que las buenas actuaciones, la chispa y la química, unidas a una solida construcción de los personajes, hacen que todo funcione sobre rieles en este apartado. Sin esa cohorte de secundarios, el personaje de Hanks no hubiese sobresalido tanto, de ahí la importancia de un casting riguroso para seleccionar los secundarios.   

El buen montaje es un elemento técnico a resaltar, pues la ritmicidad que le imprimió Matt Cheese hace que las 2 horas y 6 minutos se nos pasen casi sin darnos cuenta debido a la agilidad, la buena selección de cortes en los planos y escenas con los que este montajista se dedicó a apuntalar el edificio fílmico que dirigió Forster. 

Algo que no funciona es la estructuración de los repetidos intentos de suicidio de Otto signados por el simplismo y la falta de fortaleza dramática, lo que no lo hace creíble a los ojos del espectador. Las escenas del despido de la empresa tampoco logran su cometido pues están tan despojadas de sustancia que pasan sin pena ni gloria por intrascendentes e insulsas.  

La diversidad y los targets

Muy conscientemente, la película se apoya en una diversidad racialsexual, apuntando también a otros temas atractivos para las audiencias, como son los manejos turbios de los conglomerados empresariales, la confidencialidad de los datos y la influencia de las redes sociales, entre otros, para atraer un amplio abanico de público interesado en los puntos que abarca este producto audiovisual.  

Un Vecino Gruñón  (A Man Called Otto) de Marc Forster es un entretenido remake que sobresale por su buen montaje y actuaciones, pues pese a su previsibilidad logra conectarse con los espectadores y mantenerlo en sus butacas tocando una variedad de temas actuales que interesan a la sociedad.