26.1 C
Santo Domingo

Un Gavillero en la Sierra, la polisemia de un cortometraje

Humberto Almonte

Analista de Cine

El historiador cinematográfico Marc Ferro apunta una paradoja en la recepción que hace la crítica  de las películas históricas: «Cuanto más se aproximan a una realidad, a una verosimilitud, menos dispuesta está en reconocerla la comunidad artística». El corto Un Gavillero en la Sierra se toma ese riesgo al aproximarse a la primera intervención norteamericana en República Dominicana. 

Quizás deberíamos hablar en plural, pues los riesgos son varios si tomamos en cuenta el desdén que por estos patriotas subsiste en los sectores criollos herederos de aquellos que apoyaron esa intervención, a quienes los estadounidenses llamaron despectivamente “gavilleros” queriendo etiquetarlos de bandoleros, vulgares asaltantes o delincuentes, para demeritar su lucha patriótica. 

Un Gavillero en la Sierra nos habla de que, atormentado por hechos sangrientos, un gavillero emprende la huida en busca de su libertad, aunque lo que va a encontrar no será necesariamente eso. Esta realizada en Blanco y negro, y su duración es de 17:30 minutos.

La dirección corre a cargo de Ricardo Ariel Toribio, al igual que el guion donde comparte responsabilidad con Frank Báez. El elenco lo componen el mismo Ricardo Ariel Toribio, Elpidio Figueroa, Florencio Figueroa Rodríguez, Sabino Núñez Girón, Mariela Guerrero, Fery Cordero Bello, Mario de la Cruz Girón, Melvin Figueroa Figueroa, Diego Núñez Gonzales, Alfredo Martínez Berroa y Alexander Girón. 

Este joven realizador rechaza la vía idealizante e historicista para adentrarse en los senderos de las raíces cotidianas de la violencia, en cómo afecta a los individuos y la visión de quienes están llamados a impartir justicia cuando alguien intenta aprovecharse de una causa justa para dar rienda suelta a sus instintos más primarios. 

Celos, violencia y patriotismo

El cortometraje se aproxima a la violencia mostrando la estratificación de esta, señalando sus capas, diseccionándola y poniéndola a la vista del espectador para ahondar en la compleja situación en donde se mueven sus personajes, cuyas interioridades son el campo de batalla donde se desarrolla la acción, más allá de lo apreciado en el exterior, en la realidad visible.  

Toribio (Ricardo Ariel Toribio), el gavillero que huye, Milagros (Mariela Guerrero), el soldado norteamericano y el general Florencio Batía (Florencio Figueroa Rodríguez) son todos alcanzados por la violencia, la ejercida por ellos y la que recae sobre ellos en una circularidad que recuerda a  la serpiente que se muerde la cola, en un círculo vicioso donde no existen los ganadores porque todos pierden.  

El realizador y guionista Ricardo Ariel Toribio desarrolla una narración cuya atmósfera ominosa está cargada de detalles y de tonos documentales, sin apresuramientos rítmicos ni finales forzados, pues si bien el texto es un contínuo deslizamiento hacia la conclusión de la historia, lo previsible no tiene aquí lugar, todo lo contrario, la lógica estructural del final nos sorprende por la fortaleza de su verosimilitud.

Lo minimalista de la arquitectura de sus personajes o de sus diálogos no reduce la efectividad dramática, cuyas miradas, sobre todo en el caso de la Milagros de Mariela Guerrero y el general Batía, de  Florencio Figueroa Rodríguez, traspasan la pantalla y le transmiten su densidad psicológica al espectador, haciéndolo participe de sus estados alterados. 

La ominosa y efectiva atmósfera que posee esta película tiene tres componentes esenciales, como son, la cuidada fotografía de Jaime Guerra,  cargada de texturas, contrastes de luz, movimientos y sus muy precisas composiciones de las acciones y los sujetos; El uso de los sonidos, las músicas y las canciones como sujetos narrativos a la par de los otros elementos, y por último pero no menos importante, la ritmicidad morosa y poética que articula el montaje de Erik Alfredo Martínez. 

Reescribir la historia desde la cotidianidad

Es necesario resaltar el uso sobresaliente en lo expresivo y el cuidado en lo técnico que se le ha dado a las sonoridades en donde Oscar Chabebe consigue una calidad sonora que ya quisieran muchas de nuestras obras cinematográficas. Esa  efectividad técnica y su integración con el conjunto  colocan este apartado como uno de los puntos luminosos que se pueden observar en la obra. 

Un Gavillero en la Sierra de Ricardo Ariel Toribio es un documento fílmico con matices de revisionismo histórico que aborda la complejidad de las violencias en el periodo de la intervención norteamericana en Republica Dominicana de 1916 al 1924. Toribio le pone el rostro humano y cotidiano a esas violencias, evadiendo las generalizaciones que difuminan las acciones humanas para diluirlas en las neblinas del pasado. 

 

- Advertisement -spot_img

Más artículos como este