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Santo Domingo

Trump y el terror

Narciso Isa Conde

El terrorismo no es solo material. No solo se aplica para dañar o destruir físicamente. Es también psicológico, incluye vertientes que impactan y condicionan las mentes de las personas. Hay modalidades retóricas dirigidas a meter miedo y a desatar el pánico para aplastar la libertad.

Recuerden: que las guerras de cuarta y quinta generación incluyen las guerras psicológicas montadas sobre poderosos mecanismos mediáticos, tradicionales y no tradicionales; medios análogos y digitales, apoyadas que difunden las medidas represivas muy crueles, que el poder constituido se propone ejecutar dentro y fuera del territorio estadounidense.

El proyecto Trump se ha venido construyendo, en el marco de la crisis de decadencia y descomposición del imperio norteamericano, como un proyecto que ha incorporado a su arsenal la guerra psicológica; aupado por un incierto, pero agresivo, intento por detener el deterioro del sistema imperialista de dominación al interior y al exterior de EEUU.

En días recientes, el trumpismo -versión estadounidense del neofascismo- pasó de ser proyecto a ser realidad y amenaza inminente, al lograr la toma por la vía de unas votaciones manipulables, de gran parte del Estado.

La poderosa cúpula de ese proyecto logró que una parte mayoritaria de los votantes, abarrotada de fantasmas mediáticos e imposibilitada de percibir la trampa construida, aceptara llamar al diablo.

Pero bien se ha dicho que una cosa es llamar al diablo, y otra verlo llegar.

Incluso es distinto cuando, en primera fase, la otra parte de la sociedad que presentía o percibía la catástrofe política en gestación, logra verlo llegar, a punto de precipitarse sobre ella con toda su crueldad.

Miren ustedes, lean con atención esta muestra de ese impacto, contenida en esta nota que nos hizo llegar desde NY una persona muy apreciada por nuestra familia. Atención a su lectura: 

“Hola… Ahora tengo un momento. Es una locura predecible lo que ha ocurrido aquí, pero no me esperaba el torrente de emociones que ha desatado en mí. Lo que más duele es lo que significa para la especie humana, las mujeres y los grupos históricamente oprimidos, especialmente en cuanto a nuestra mayor emergencia entre emergencias se trata, la crisis climática.”

“Una colega me preguntó cómo me estaba sintiendo y le contesté que estaba en duelo por la humanidad. Me haría bien la perspectiva de ustedes y la de nuestras amistades cercanas.”

“Todo mi espíritu y sangre cimarrona dice “¡HUYE!”.

 “¿Les parece que es alarmista o realista?”

“He vivido casi toda mi vida adulta aquí y no creo que existan realmente las condiciones ni para la movilización masiva en las calles que sería necesaria ni mucho menos una Revolución.”

“ Los dizques “buenos” no tienen los medios o la perspectiva necesaria y los grupos están demasiado desarticulados, etc. ¿Les parece precipitado estar pensando en Costa Rica o Canadá? Le agradecería mucho su opinión. Yo me siento exhausta de verme forzada a dar cátedra mientras mis estudiantes lloran y el pánico se les nota a leguas. Es abrumador.”

Tal reacción inicial es comprensible en medio de tanta bruma y tan graves peligros, cuando además se exhiben los rostros de un gabinete de halcones con cohetes en sus hombros y emanando fuego por sus bocas.

Cuando también se observa detrás de esa llegada una lumpen burguesía financiera, minera, armamentista y comercial, que contamina todo.

No es para menos.

Pienso, sin embargo, que paso a paso una parte grande de esa sociedad y del mundo logrará captar que este fenómeno nada tiene que ver con la resurrección de la fortaleza perdida por un sistema en crisis y a todas luces decadente, sino más bien con sus profundas debilidades dentro de una larga agonía que no excluye este tipo de zarpazos.

También es muy probable que más tarde, esa verdad sea también percibida por una amplia franja de esa sociedad, que ha sido astutamente manipulada y mentalmente drogada por el populismo y el falso ultranacionalismo de esa nueva modalidad de fascismo.

En situaciones así, la “huida” debe ser cimarrona, para torear la muerte y combatir mejor.

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