Sergio Sarita Valez
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El periodo comprendido entre junio y noviembre de cada año corresponde a la época de los huracanes.
El ciclón de San Zenón, acaecido el 3 de septiembre de 1930, devastó la ciudad de Santo Domingo de Guzmán, capital de la República Dominicana. Se calcula que fallecieron más de dos mil personas, que fueron incineradas o enterradas en fosas comunes. La histórica tragedia aconteció al inicio de la dictadura trujillista, que duraría tres décadas. El tirano aprovechó la catástrofe para cambiar el nombre de la reconstruida urbe por el de Ciudad Trujillo.
Mi madre, que apenas contaba con un año y seis meses de vida en el momento del siniestro, ya de adulta solía repetir que su progenitora —oriunda del municipio de Imbert, mejor conocido como Bajabonico— se encontraba residiendo en la ciudad capital cuando ocurrió el fenómeno atmosférico. Había dejado a sus cuatro hijos, incluida mi mamá, al cuidado de mi bisabuela materna. Erróneamente le habían comentado a mi abuela que la provincia de Puerto Plata había sido destruida por el huracán. Esa falsa noticia le habría generado una depresión fatal. Nuestras indagaciones alrededor del caso apuntan más a una fiebre entérica, como la tifoidea. Mamá se lamentó toda su vida de no haber conocido a su ser querido ni siquiera en fotografía. Me acostumbré a que, anualmente, en septiembre, mi adorada madre repitiera la misma historia de su tragedia familiar.
Desaparecida la tiranía, durante los doce años de gobiernos balagueristas de 1966 a 1978, se decía que el doctor Joaquín Balaguer tenía la magia de alejar los huracanes. Coincidió que en el gobierno perredeísta de don Antonio Guzmán, en 1979, llegaron los ciclones David y Federico, mientras que, en el gobierno de Leonel Fernández, en 1998, aconteció el huracán George. El calentamiento global y el correspondiente cambio climático modifican las expresiones atmosféricas que solíamos observar. Una muestra palpable de ello la vemos en el comportamiento de la tormenta Melissa.
El Centro Nacional de Huracanes anunció el martes 21 de octubre de 2025 la formación del decimotercer fenómeno tropical de la temporada. Durante varios días, transitó a una velocidad muy lenta, a la vez que se rodeó de una amplia e intensa nubosidad que ha generado grandes precipitaciones en la zona sur de nuestro país, en Haití y Jamaica. Los daños han sido considerables.
Mucha gente no asocia estas anomalías climatológicas con el exceso de calor producido por la combustión de los recursos fósiles. Deberán suceder grandes catástrofes naturales antes de que el mundo responda como una orquesta, ya que ricos y pobres, gobernantes y gobernados, al fin y al cabo, resultaremos todos perjudicados. La temporada ciclónica debe servirnos de alerta premonitoria de posibles tragedias futuras si no atendemos la fiebre planetaria. O le bajamos la temperatura a la Madre Tierra o pagaremos caro las consecuencias. Confiamos en que los indicadores científicos se impondrán a la irracionalidad mercantil para el bien de toda la humanidad.









