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Santo Domingo

Teatro para dar libertad de movimiento a migrantes y refugiados en España

Macarena Soto

Madrid.– En una pantalla dos artistas comparten una videollamada, es la primera vez que hablan. Mientras, en el escenario cuatro actores traducen sus palabras al público y hacen de canal de sus emociones, sus vivencias y sus deseos de expresión.

La obra se llama “Muro”, una coproducción del teatro La Abadía en Madrid y Tobacco Factory Theatres en Bristol, gracias al apoyo del British Council International Collaboration Grant, que podrá verse en ambas ciudades en una propuesta poco común tanto por la temática como por la ausencia física de los protagonistas.

Para conservar la “frescura” de un primer encuentro, los actores, migrantes y exiliados, que participan en la videollamada irán cambiando en las funciones de Madrid, del 10 al 12 de febrero, y en las de Bristol, diez días después, según explica a EFE la directora del montaje en España, la salvadoreña Egly Larreynaga.

Les sustituirán en días consecutivos los artistas Igor Shugaleev (Bielorrusia), Mokhalled Rasem (Iraq), la libanesa Riwa Houssami y la mexicana residente en Nicaragua Lucero Millán, quienes quieren salir de los países en los que residen.

Protagonizarán también la obra el palestino Nabil Al-Raee y la salvadoreña Magda Henríquez, que ven el teatro como una herramienta de desarrollo para sus comunidades.

En las tablas estarán interpretando y traduciendo sus palabras Knesia Guinea, Maite Jáuregui, Chumo Mata y Freddy Wiegand, cuyas vidas están marcadas por la migración.

Larreynaga, que también ha sido migrante pero que actualmente reside en El Salvador, explica que la obra, idea del español residente en Reino Unido Juan Ayala, “es un encuentro en el que se va a reflexionar sobre cómo los humanos nos relacionamos y cómo ponemos los límites, las fronteras”.

Según su compatriota Magda Henríquez, “Muro” alude a “lo que llamamos naciones o nacionalidades” o a los “pasaportes privilegiados” como podría ser el de la Unión Europea o el de Estados Unidos, que “se ven como un privilegio y no como un derecho”.

EL TEATRO EN LAS TRINCHERAS DE UNA GUERRA

Nabil Al Raee no quiere dejar su Palestina natal, es refugiado en su propia tierra, donde quiere generar un cambio con el teatro y la cultura con su proyecto Freedom Theatre, a pesar de que la guerra hace imprevisible cualquiera de sus proyectos.

“El teatro en Palestina es siempre una lucha, no es como abrir la puerta y empezar a trabajar, siempre es un desafío”, cuenta en una entrevista por teléfono a EFE.

Según dice, su teatro surge de la “realidad de la ocupación” que viven los palestinos y está condicionado a la violencia: “empiezas con un montaje y al día siguiente el actor protagonista ha muerto o desaparecido”.

Pero no solo a eso, sino también a la dependencia económica del Estado o de las oenegés que, lamenta, “no quieren hablar de muchos temas” por lo que solo financian proyectos con la temática que ellos quieren impulsar.

HACER TEATRO CON LA MALETA SIEMPRE LISTA (Y NO SIEMPRE CON PASAPORTE)

Igor Shugaleev vive en la carretera, pero su situación dista mucho de la del resto de artistas europeos que viajan para trabajar. Él tuvo que huir de su país, Bielorrusia, porque su vida corría peligro si permanecía mucho más tiempo haciendo teatro allí.

En una conversación con EFE desde Alemania, denuncia las “dificultades y presiones” que sufría por parte del régimen bielorruso, que le impedía trabajar “con libertad”.

“No somos libres para hablar prácticamente de ningún tema, para hacer cualquier actuación ya sea una obra de teatro, un concierto o lo que sea, necesitas permiso del Gobierno”, ilustra.

Por ello celebra que obras como “El Muro” vayan a darle la oportunidad de contar lo que en su país no puede.

“Para mí es terapéutico, está lleno de significado porque estoy ahora en la Unión Europea y aún tengo problemas con los documentos, con los visados, pero el próximo mes iré a Francia, Alemania a Australia, para mí ahora está el mundo abierto, no tengo fronteras en ese sentido pero en la misma forma no puedo volver a mi país”, concluye. EFE

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