Mónica Rubalcava
Los Ángeles. Los talleres creativos del Festival de Cine de Sundance (Sundance Lab), que han servido de incubadora para directores como Quentin Tarantino o Christopher Nolan, concluyen esta semana su último ciclo de asesorías y tutorizaciones del año a trabajos de artistas emergentes con un saldo de, al menos, diez proyectos que esperan materializar.
Los laboratorios “son un lugar de creatividad radical, seguridad emocional, hiperintensidad y concentración”, cuenta a EFE su directora y fundadora, Michelle Satter.
Diana Peralta, cineasta neoyorquina de raíces dominicanas, describe el programa como “la experiencia más gratificante, intensa, creativa y estimulante” de su vida.
En esta edición, su guion ‘No Love Lost’ logró ser uno de los diez proyectos seleccionados del Laboratorio de Directores y de Guionistas que, por primera vez, dejó las instalaciones del Sundance Resort (Utah) para desplazarse al Hotel Stanley, ubicado en el pueblo de Estes Park (Colorado).
La también directora del filme ‘De lo mío’ (2019) había intentado entrar a este “misterioso” programa de becas años atrás y, aunque su proyecto fue rechazado entonces, decidió arriesgarse de nuevo, pues entre los cineastas es bien sabido que “si tienes la oportunidad de ser parte, cambiará el curso de tu carrera”.
El poder de transformar carreras
Desde que inaugurara junto a Robert Redford -fundador del Festival de Sundance- el programa de apoyos a artistas emergentes hace 40 años, Satter se ha encargado de la instrucción de generaciones enteras de nuevos cineastas.
Cada año, la directora y su equipo revisan más de 3.000 solicitudes, de las cuales seleccionan 30 proyectos para finalmente otorgarle una beca a los creadores de entre 10 y 16 guiones.
Para elegir a los afortunados, Satter asegura que “confía en su instinto”, ese que ya la llevó a detectar el potencial de directores como Daniel Kwan y Daniel Scheinert (‘Everything Everywhere All at Once’), Chloé Zhao (‘Nomadland’) o Damien Chazelle (‘Whiplash’) antes de que se consagraran en los Óscar.
“No buscamos un guion terminado y listo para rodar, sino personajes e historias que cobren vida; historias que nunca antes hayamos visto y que consideramos que pueden generar un cambio en nuestra cultura”, dice Satter.
Una vez seleccionados, los becarios viajan a un hotel ubicado en un espacio natural en el que trabajarán en el perfeccionamiento de sus guiones con un grupo de asesores consumados, que este año incluyeron a Miguel Arteta, Rick Famuyiwa o Keith Gordon, así como equipos de producción profesionales, con quienes ensayan, filman y editan escenas clave de sus guiones.
Sin jerarquías
“Sundance no tiene jerarquías, estamos todos juntos y todos formamos parte de este increíble equipo y comunidad que hemos creado”, asegura Satter.
Mientras que Peralta, cuyo nuevo filme es un thiller psicológico que sigue la historia de tres mujeres negras en el estado de Nueva York, explica que en el laboratorio de directores tienen “la oportunidad” de grabar dos escenas de sus películas; “una prueba experimental” solo para practicar la dirección antes del rodaje final.
Entre la selección de este año también se encuentran los guiones de ‘Rubber Hut’, por Hanna Gray Organschi, que cuenta la historia de una ex azafata que abre una tienda de condones en su católico pueblo italiano; o ‘Arc’, de Keisha Rae Witherspoon y Jason Fitzroy Jeffers, que relata la vida de Ev, un buscavidas marginado de Miami que cree que su madre fue abducida por extraterrestres cuando él era niño.
Una vez terminado el taller los becarios pueden continuar con el apoyo de Sundance en asesorías y búsqueda de recursos o productores para poder llevar a cabo sus proyectos.
Sin embargo, no tienen ningún vínculo comercial con la institución: “Sundance no posee, produce ni financia ninguna de estas películas. Así que desarrollamos una relación de confianza con ellos; pueden aprovechar lo que quieran de nuestros comentarios y hacer su proyecto”, indica Satter.