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Santo Domingo

Solidaridad innata y universal

Petra Saiviñón

La solidaridad es una cualidad inherente a los humanos, más no exclusiva, los otros miembros del reino animal igual la poseen. De mismo modo, tampoco es una condición con la que la naturaleza o Dios, hayan dotado o bendecido de forma preferencial a una nación.

Esa virtud universal queda manifiesta en cualquier rincón del mundo ante desgracias mínimas o enormes. Por tanto, no  es cierto que por ser de tal o cual país la gente sea más o menos solidaria.

Claro, factores inciden en la conducta y el trato recibido juega un papel cardinal en el comportamiento, en las actitudes hacia los congéneres y hacia otras especies. Pero no siempre la reacción es previsible en situaciones similares.

Así, una persona maltratada puede convertirse en hosca, insolidaria porque solo ha recibido rechazo generador de dolor y otra que también ha vivido circunstancias desastrosas, actuar de manera noble, para evitar sea repetido lo que padeció.

En su complejidad el hombre (y la mujer) es tan dual, tan en su elemento, y de forma tan inopinada actúa, que el mismo ente capaz de las reacciones más crueles, es el mismo que en hora de desgracia acude a brindar apoyo, a extender su mano, su comida, su techo.

Por esto no debe asombrar la cantidad de gente que durante catástrofes aporta en los telemaratones, acude a los puestos de abastecimiento a llevar comida, ropa, medicina… a donar sangre.

Con ejemplos tales, queda evidenciado que aún el ser más terrible tiene ahí, en la puntita, las fibras sensibles que afloran ante  situaciones de pesar, de estupor.

Sí, como la tragedia evitable acaecida en la discoteca Jet Set. Esa que marca un antes y un después en la historia.

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