Sergio Sarita Valdez
El semanario médico norteamericano “The New England Journal of Medicine” trae en su edición correspondiente al jueves 15 de diciembre de 2022 un artículo científico titulado “Perspectiva interactiva: El peso y la salud. Patofisiología y terapia”. Tras considerarlo de relevancia internacional, así como de mucha importancia para la población dominicana, lo tomaré de pie de amigo para tratar la situación nacional al respecto.
La sobrecarga de tejido graso corporal se ha convertido en un tema crítico en la salud pública estadounidense. Su manejo agota la quinta parte de los recursos financieros dedicados al sector sanitario. El manejo médico de dicha condición cuesta alrededor de unos 190,000 millones de dólares anuales. El sobrepeso debido a la masa adiposa se asocia a un incremento de las siguientes patologías: diabetes mellitus tipo 2, hipertensión arterial, enfermedad cardíaca coronaria, hipercolesterolemia, hígado graso, cálculos en la vesícula biliar, osteoartritis, venas varicosas, celulitis, intertrigo, derrames cerebrales, depresión, asma, trastornos del sueño, trastornos reproductivos, incontinencia urinaria, cánceres del útero, de la mama y del intestino grueso, así como de parto prematuro.
El tratamiento de la dolencia ha incluido tradicionalmente el control dietético, actividades físicas, modificaciones de la conducta, uso de fármacos, cirugía bariátrica, o una combinación de las distintas modalidades.
Los autores de la publicación comparan las diferentes maneras y tiempos de inicio de las acciones médicas. La terapia farmacológica y la cirugía se reparten el modo fundamental de tratamiento. Las complicaciones propias del manejo de la dolencia pueden tornarse muy serias por lo que debemos sopesar muy bien el modo escogido para y por cada paciente en particular.
En la República Dominicana, país tercermundista emergente compartimos ciertas características del mundo pobre con otras del mundo desarrollado. De este último copiamos la de una creciente ola de obesos y obesas asociados a las cada día más frecuentes muertes repentinas. Llevados estos casos a la mesa de autopsia encontramos que más del sesenta por ciento de ellos corresponden a enfermedad aterosclerótica coronaria. Veinte años atrás notamos que la edad de los infartos de miocardio asociados a la ateromatosis coronaria ocurría en personas mayores de cincuenta años. Hoy día se registran dichos eventos en personas menores de cincuenta años.
Los estilos de vida sedentaria a que nos obligó la pandemia de la covid-19 en el año 2020 aceleró la frecuencia de muertes súbitas de origen cardíaco. Anterior a esa fecha se observaba la tendencia al sobrepeso en la población general. En parte lo achacamos a la modificación de la clásica dieta dominicana. A ello habríamos de sumar la tendencia al sedentarismo y a la reducción de las actividades físicas. Ha sido necesario agregar el uso del tabaco y los nuevos ingredientes contenidos en los aparatos inhaladores utilizados cada vez con más frecuencia por adolescentes y jóvenes adultos. Es muy tibia por no decir nula la política sanitaria nacional enfocada en la temática alimentaria y del uso del tabaco y de la Hookah.
El sobrepeso y la obesidad constituyen un problema creciente en el país por lo que deben ser motivo de la debida atención por parte de nuestras autoridades de salud. Aún estamos a tiempo. ¡Mañana habrá sido tarde!