Carolina Saddler
A propósito de la marcha convocada en el Hoyo de Friusa por la Antigua Orden Dominicana, grupo de ultraderecha, autodenominados “patriotas” y “nacionalistas”, para el día 30 de marzo, quisiera recordar el humanismo de los haitianos, el cual a menudo se nos olvida.
No es que esté de acuerdo con que se cohíba a cualquier ciudadano o grupo a manifestar su derecho a la libertad de expresión, opinión y/o reunión. Al contrario, soy pro-derechos, pro-democracia, pro-libertades. Con lo que no estoy de acuerdo es con que este grupo vaya a “manifestarse” justamente donde residen una gran cantidad de inmigrantes haitianos.
Es irresponsable, es provocador, y definitivamente no es moralmente correcto. Desde mi punto de vista, no es la forma para manifestar patriotismo ni nacionalismo.
Lo he dicho en muchas ocasiones, el tema de Haití es complejo y no hay una solución fácil que encauce y resuelva todos los problemas de esa nación. Haití ha vivido crisis tras crisis sin que sus lideres ni la comunidad internacional hayan encontrado una solución a los múltiples problemas que enfrenta el país.
Sanguinarias pandillas, violencia extrema, disturbios constantes, violaciones a los derechos de los ciudadanos, pobreza, hambre, servicios básicos limitados, y pocas oportunidades, hacen de Haití un lugar impredecible en el que ningún ser humano, con sentido común, quiera vivir.
Siendo el país más pobre de América Latina, y uno de los más pobres del mundo, Haití carece de la fortaleza y organización institucional que podría ayudar a mejorar la situación.
Las diferencias en ideas políticas de quienes persiguen el poder, la ambición desmedida de muchos de los políticos haitianos, y los conflictos internos entre las autoridades que “dirigen” el país han convertido a Haití en un Estado completamente fallido.
Constantes conflictos entre grupos armados, la policía y las fuerzas militares, acceso limitado a la educación, servicios inexistentes de salud, pocas oportunidades de trabajo, rápido crecimiento poblacional, y el deterioro del medio ambiente y los recursos naturales, han creado un impacto devastador en la nación caribeña que ha llevado a una crisis humanitaria sin solución evidente.
La problemática haitiana no tiene, ni va a tener una solución mágica, mucho menos rápida. El tema con Haití va para largo y definitivamente la Republica Dominicana no puede echarse el problema al hombro. Haití necesita ayuda, seria y orientada, de organismos internacionales y de la comunidad internacional en sentido general.
No obstante, lo que no quita la problemática haitiana es la humanidad de millones de haitianos. Uno de los elementos comunes, que veo a diario, es la carencia de empatía para con el pueblo haitiano.
Nos olvidamos, que el ciudadano común de Haití no pidió nacer en Haití. Una madre haitiana es tan madre como usted o como yo, lo mismo un padre. Un niño haitiano no entiende las razones por las que no puede comerse un pan o jugar con un juguete.
Cualquier ser humano en una situación de inseguridad, extrema pobreza, carencias constantes y peligro, buscaría la forma de mejorar su situación, lo que nos lleva a las tan “temidas” migraciones haitianas.
Todos somos marineros, todos navegamos el mar de la vida. Todos tenemos un familiar y/o un amigo migrante. Ser inmigrante no es sinónimo de ser delincuente. Ser inmigrante no es sinónimo de querer quitarle su casa ni su trabajo a nadie. Ser inmigrante no te hace menos humano, cosa que, entre la xenofobia y el racismo con el que vivimos, se nos olvida constantemente.
Existe la percepción de que todo haitiano es malo y no es así. En todas partes hay personas malas, y personas buenas. En todas partes del mundo usted encontrará a algún “buscavida” y alguna “mano amiga”. No todos los haitianos son malos, igual que no todos los dominicanos somos buenos. En todas partes hay personas buenas y personas malas, incluidos ciudadanos haitianos.
Humillar, abusar, denigrar una persona por su lugar de origen, color de piel, lengua, creencias, o estatus migratorio, es discriminación, es racismo, y es extremadamente dañino y peligroso.
Recordemos, cada ser humano es valioso y tiene el derecho de vivir de manera plena, en búsqueda de su propio bienestar y felicidad, incluidos los haitianos. Como dominicanos, sería bueno que de vez en cuando nos coloquemos en el lugar del otro y hagamos lucir esa humanidad por la que, supuestamente, somos conocidos.