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Silicon Valley es quien educa a nuestros hijos

 Alfredo García

La falta de paradigmas sólidos y de ejemplos a seguir, impiden que nuestros jóvenes de hoy día vean la educación tradicional, como respuesta a sus aspiraciones y la vía expedita para la consecución de sus sueños y anhelos, como era antes.

Darian Vargas claramente dio en la diana cuando afirmó que YouTube es la mejor universidad y escuela que existe, pues según él, por ahí todo se puede aprender, y es así.

Por ende las ciencias sociales, la matemática, las ciencias naturales, como son enseñadas en las aulas, no despiertan el interés para los jóvenes, que por medio de las plataformas digitales pueden adquirir infinidad de conocimientos aplicables a su día a día y mucho más acorde con su aspiracional de vida.

Pero todavía más, esos conocimientos que van adquiriendo son mucho más monetizables y le dan mayor reconocimiento social que la escuela, dado que los resultados por esa vía toman tiempo, mientras que los de la tecnología, son con pasmosa rapidez.

Vivimos en una generación que se está educando sin aprender a esperar, a cultivar, a respetar y cumplir procesos necesarios para la calidad y creen que el fin justifica los medios.

Súmale a ello, que como resultado a la falta de valores y la ausencia de patrones de conducta que guíen y orienten oportunamente a nuestra juventud se ha propiciado el advenimiento de nuevos “ídolos de barro” que son sus modelos a seguir.

Los nacidos hasta 1981 teníamos en la educación, el cultivo del intelecto, la moral, la honestidad y los valores cristianos, la vía por donde transitar de cara a un futuro que prometía la culminación de nuestros anhelos.

Los ídolos de aquellas generaciones eran intelectuales, escritores, filósofos y figuras de peso cuyo éxito, profesaban, se debía a su vida consagrada a academia, la lectura, la escritura y al bien hacer de cualquiera que sea su oficio siempre que estuviera orientados al servicio y no al consumo.

Estar en un medio de comunicación antes exigía unos niveles de academia que garantizaban la profesionalidad de lo allí ofrecido.

Las canciones y contenidos en televisión y radio eran vigilados y debían cumplir códigos morales y de buena costumbre que de violarse tenían consecuencias palpables.

Hasta principio de los años 2000, éramos testigos de cómo triunfaban nuestros héroes que, salidos de la pobreza, por medio del trabajo sacrificado y la educación, alcanzaban sus sueños inspirando en nosotros un comportamiento similar.

Asimismo, los artistas eran promotores por medio de sus canciones de valores donde la poesía y el bien decir hacían una fiesta melódica y sublime. Antes la cultura era un culto a lo bello, a lo hermoso y a lo elegante.

Sin embargo, todo ello cambió y con ello todos los paradigmas, de manera que cada vez son menos los jóvenes que creen que los estudios tradicionales son la via por medio de la cual conquistar sus aspiraciones.

Las figuras que les influencian hoy día para nada tienen en la educación y en la formación de valores el vehículo que los llevó al puesto de liderazgo que socialmente ostentan.

Hoy son símbolos de admiración aquellos que tienen dinero sin importar como y su valor social viene dado por su capacidad de consumo, no por su aporte y servicio.

Si bien es cierto que la educación dominicana está estancada según La Evaluación Diagnóstica que publicó el Ministerio de Educación (Minerd) la semana pasada, no menos cierto es que dentro de las razones que se esgrimen como causas, deben mencionar la desmotivación y desconexión de los jóvenes con respecto a la educación tradicional.

La escuela debe ser adaptada a los nuevos tiempos donde la tecnología sea integrada como la piedra angular de la construcción y aplicación de los nuevos conocimientos para que esa tecnología sea controlada y orientada a lo que como país queremos alcanzar.

Silicon Valley educa a nuestros jóvenes, futura fuerza laboral, y nosotros como país no participamos de ello, por ende no los estamos formando en aquello que vamos a necesitar de acuerdo a nuestro plan estratégico como nación, más Silicon Valley, sí los va transformando en lo que estratégicamente quiere.

Bueno es señalar que la misma falta de ejemplos y de líderes que hayan alcanzado su éxito por medio de la academia, impiden que los jóvenes se motiven y crean que en las escuela está su futuro.

Pues el advenimiento de los ídolos de barro produce nuevos patrones de comportamiento en los que la educación no está incluida, replicándose así los patrones de conducta que que hoy llamamos antivalores.

Un “influencer”, un “gamer”, una joven en “only fans”, alcanza más notoriedad, más libertad, reconocimiento social y más crecimiento económico que cualquier profesional con carrera o postgrado universitario incluido.

De manera que como sociedad debemos replantear la educación tanto en la curricula, como en la factibilidad que tienen la aplicación de los saberes que se están impartiendo.

Nosotros como sociedad hemos cambiado y enarbolamos nuevos valores en los que la educación no está presente, ni siquiera se menciona, y el estancamiento de la educación responde a que ya no le estamos dando importancia a la formación de los muchachos, sino que la tecnología es quien se está encargando de ellos.

Le hemos dado cabida a ídolos de barro que se han metido en sus mentes con nuevos paradigmas aspiracionales.

Hace mucho que la educación como se tiene concebida dejó funcionar porque no responde a los intereses y necesidades de la nueva realidad por cuanto no es atractiva para la generación nacida en la era digital, que ve el mundo con ojos muy diferente a sus educadores.

Finalmente, no busquemos en el Minerd, ni en la ADP, ni en las universidades, las razones del estancamiento de nuestra educación, sino en la misma sociedad que soltó a Silicon Valley la educación de sus hijos.

 

 

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