José Rafael Sosa
Thank you for reading this post, don't forget to subscribe!
Franklin Domínguez, quien falleció la noche de este 25 de agosto, fue expresión de compromiso con la vida y la alegría. Su historia de vida resume la actitud de quien fue un contador de muchas historias, sobre todo desde el escenario. El teatro era su vida. Y la vida, para él, era el teatro.
Ahora, habrán de publicar muchos datos de su carrera, sus obras, sus premios y sus trayectorias, pero hay aspectos que no deben ser ignorados.
El maestro de teatro
Nos aconsejaba como estudiantes de teatro en Bellas Artes (1975):
“El trabajo más serio que existe es el de representar vidas e historias desde el escenario, compartirlas crédulamente con el público, lograr que este viva otras existencias y circunstancias y que al final todo cierre con el aplauso final”.
“Cuando te vayas a tomar una foto, siempre sonríe con amplitud. Es un recuerdo de ti que debe quedar como expresión de eterno optimismo”.
“Quien piense en el teatro como un trabajo reducido a ensayos y presentaciones, que deje esto y que fabrique zapatos por docenas. El teatro es una forma de vida esencial que se lleva siempre como un prisma. Actor que camina por la calle y no vive estudiando los personajes que la existencia pone en su camino, no tiene la llama de la escena en su alma. Vender mangos puede ser una opción más productiva”.
Así era y así vivió Franklin Domínguez, un artista con el cual el teatro, el cine y la dramaturgia han de tener una deuda eterna. Sentó precedentes en el teatro como pocas de sus personalidades más destacadas y fue ejemplo de compromiso social y artístico.
La Silla, primera expresión del cine RD
En 1963, cuando se estrenó La Silla, el paso representó la primera piedra del cine dominicano con la filmación de La Silla, monólogo que se escribió en enero de 1961 a petición del exilio antitrujillista en Puerto Rico. El objetivo era recaudar fondos para la lucha contra el dictador, pero, al ser ajusticiado en mayo, perdía sentido;
Con el libreto escrito y el actor seleccionado, Camilo Carrau, Domínguez se fue a Nueva York para filmarlo como guion de cine, apoyándose en un norteamericano amigo, William G. Clark, comprometido con las ideas antitrujillistas. Allí, en fines de semana y en código de cine guerrillero (alquilando los viernes los equipos para poder usarlos todo el fin de semana, aun cuando el contrato era por 24 horas), logró realizar La Silla.
Es la que, sin dudas, se puede considerar la primera película dominicana de largometraje de ficción tras el restablecimiento de la democracia, estrenada en provincias y en la capital, siendo un fenómeno que incluso llegó a algunos festivales.
Presenta el discurso solitario de un personaje joven, reflexionando frente a una silla eléctrica, símbolo de la represión dictatorial de Rafael Trujillo. No era un cine comercial para entretener y vender boletas. La Silla fue expresión, desde el cine, con todo lo artesanal y de su producción de recursos mínimos, del cine comprometido con estimular el ideal de una sociedad democrática.
El original de La Silla, lastimosamente, se perdió al pasar el huracán Inés por el país, con inundaciones que se llevaron el material que reposaba en el apartamento de un crítico de cine. Los trozos de cinta que quedaron fueron incluso llevados al Instituto Cubano de Artes e Industria Cinematográficas (ICAIC) para ver si era posible restaurarlos, con un resultado negativo.
La película, que no puede ser disfrutada por las actuales generaciones, debe ser reafirmada (intento que se hizo varias veces con Franklin en vida) para que sea conocida y respetada. Es probable que la institución llamada a restituirla sea la Cinemateca Dominicana, en un acuerdo no comercial con la familia, que de seguro apoyará la idea.
Su vida
Franklin Domínguez (1931-2023), figura fundamental del teatro dominicano por la amplitud, continuidad y trascendencia de su obra como dramaturgo, director y gestor cultural. Tuvo como director y actor la carrera más extendida en el tiempo.
Se inició como dramaturgo con la obra ¿Cuál es tu camino?, estrenada en 1957, durante la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo; fue presentada en el Teatro de Bellas Artes de Santo Domingo y marcó el inicio de la carrera de Domínguez como dramaturgo. Un atrevimiento que le pudo haber costado la prisión, la tortura o la vida.
La obra logró varias funciones y burló la censura de la época, apoyada en un lenguaje simbólico y humanista, retratando conflictos existenciales y sociales, evitando una confrontación directa con el régimen.
Dice la crítica teatral nacional que lo estudió que Domínguez continuó desarrollando su obra teatral en esos años, siempre con un estilo que buscaba profundidad filosófica y reflexión social, pero con el cuidado de no desafiar abiertamente la represión cultural de Trujillo. Además, es el autor dominicano con mayor número de piezas teatrales estrenadas y publicadas.
Fue clarísima en su producción tanto la comedia de situaciones y costumbrista como el drama histórico y de denuncia social.
Su dramaturgia explora la realidad política, social y existencial del ser humano dominicano y universal.
Entre sus obras:
¿Cuál es tu camino? (1957) – Su primera obra, existencial y de corte filosófico.
La espera (1958) – Drama sobre la angustia y la condición humana.El juicio (1960) – Una de sus piezas más representativas, de gran carga simbólica.
Los hombres del camino (1961) – Aborda la búsqueda de sentido en medio de adversidades.
Las manos de Dios (1962) – Con tintes religiosos y humanistas.
La silla (1962).
La vida (1963) – Drama de reflexión existencial.
La cena (1967) – Una de sus obras más conocidas, cargada de simbolismo y crítica social.
¿De qué color es el alma? (1969) – Teatro de ideas con impronta filosófica.
Señor, ¿a dónde voy? (1970) – Pone en escena la angustia del hombre frente a su destino.
La incredulidad (1972) – Sobre la fe y la duda en el ser humano.
El ángel de la muerte (1976) – Una de sus piezas más difundidas internacionalmente.
La resurrección de Papillón (1980) – Obra de teatro testimonial y político.
Retablo de la pasión y muerte de Juana la Loca (1983) – Una de sus piezas históricas más celebradas.
Los emigrantes (1987) – Sobre la diáspora dominicana y el desarraigo.El hijo del pueblo (1994) – Texto de corte patriótico y social.
El último instante – El primer monólogo sobre existencia y angustia femenina.
Una vez al año no hace daño.
Las viejas vienen marchando – Comedia de situaciones.
¡Drogas (1999) Palacio de Bellas Artes!
Merecimientos
Fue el primer dramaturgo dominicano incluido en la Colección del Teatro de las Américas de la UNESCO. Sus obras fueron traducidas a varios idiomas y representadas en escenarios de América Latina, Estados Unidos y Europa.
Fue presidente de la Compañía Nacional de Teatro, director de la Escuela Nacional de Arte Dramático y director del grupo de Teatro de Banreservas por muchos años.
Fue declarado por el Ministerio de Cultura Gloria Nacional del Teatro y ganó el Premio Nacional de Literatura en 2007, único dramaturgo dominicano en recibirlo.
Domínguez dejó un legado que sigue siendo referente para las artes escénicas del país.