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Sara García (astronauta): Los menores que sufren acoso tienen que hablarlo y compartirlo

Elena Camacho

Madrid.– El culto a la imagen que veneran las redes sociales hace que cada día miles de menores sufran acoso por tener unos cuerpos que la sociedad no considera perfectos, esos niños y niñas tienen que hablarlo con otras personas porque “eso les va a va a ayudar a relativizarlo”.

La española Sara García Alonso sabe de lo que habla. Ahora es investigadora del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) y astronauta de reserva de la Agencia Espacial Europea (ESA) pero en su día fue una niña a la que los niños que jugaban al fútbol le tiraban la pelota a la cabeza mientras la llamaban gorda, “y lo que te hacía más daño no era el balonazo”, puntualizó.

Cuando eres un niño, “no tienes la madurez ni estás preparado psicológicamente para encarar esas cosas y ver lo poco importantes, lo superficiales e irrelevantes que son en la vida” por eso es importante sacarlo: “Si tienes una herida, no te la guardes porque se puede enquistar. Es importante compartirlo”, subrayó en una entrevista con EFE.

La infancia, las experiencias y las emociones que ha sentido esta doctora en Biología Molecular a lo largo de su vida están en ‘Órbitas’, una obra publicada por la editorial Penguin Random House en la que García Alonso combina la autobiografía, el ensayo y la ficción para rememorar los pasos y decisiones que la han llevado a ser la mujer excepcional que es hoy.

“Sin duda la curiosidad ha sido el combustible que me ha impulsado a lo largo mi vida”, y no solo para avanzar en ciencia o conocimiento, sino en todos los ámbitos de la vida: “la estética, la música o las experiencias vitales, como ir a campamentos o hacer paracaidismo”, todo ello servía para “explorar personas, ambientes, lugares, libros, películas, formas de pensar…”

Esta trayectoria “zigzagueante”, como ella misma la define en el libro, le permitió aprender y crecer de los obstáculos. Un ejemplo: con 18 años sufría “timidez patológica” pero hoy una de sus principales obligaciones en la ESA es la divulgación, lo que implica dar entrevistas, hacer sesiones de fotos, impartir conferencias, etc.

“Siempre he trabajado mucho para superar los obstáculos. Cada vez que sentía que algo me limitaba, que me suponía un lastre o me impedía llegar a donde yo quería llegar, he intentado enfrentarme a ello, relativizarlo y superarlo. Es lo que he hecho toda mi vida” pero no hay una fórmula mágica, “solo tesón, disciplina y dedicación diaria”, advirtió.

Seis órbitas

El libro se divide en seis capítulos llamados ‘órbitas’ porque las órbitas “son trayectos, aventuras y, cada una de ellas, es un viaje del que se pueden extraer lecciones” porque “no existe un trayecto perfecto” o “un único camino hacia tus objetivos”, sino que todo suma: los campamentos militares que rozan el maltrato, el submarinismo, el paracaidismo o el krav maga (un tipo de lucha), pero también la música, el deporte o la herencia cultural y familiar.

Y aunque nunca había pensado en convertirse en astronauta, en febrero de 2021 leyó una oferta de la ESA, vio que encajaba en el perfil y envió el currículum. Casi veinte meses después, tras superar varias fases de pruebas psicológicas, físicas y entrevistas, se convertía en la primera astronauta española de la historia.

“Lo más difícil del proceso fue aguantar la presión psicológica y gestionar la incertidumbre” porque “va haciendo mella a medida que pasan los meses”.

Ahora que ya lo ha conseguido, le gustaría ir al espacio en una misión científica “con proyectos que vengan de centros de investigación de nuestro país” y que permitan “avanzar en el conocimiento y desarrollar nuevas terapias, medicamentos o en nuevas formas de entender la ciencia”, confesó a EFE.

La astronauta reconoció que el regreso de Donald Trump a la presidencia de los Estados Unidos puede afectar a las relaciones entre la NASA y las otras agencias, pero es optimista: “El sector espacial es muy complejo pero, para bien o para mal, desde que se puso en marcha, la Estación Espacial Internacional ha sido un ejemplo de cooperación internacional que se ha mantenido”.

Pero lo importante es que haya agencias públicas que sean capaces de colaborar para regular el acceso al espacio y pactar unas normas y una legislación que aclaren “qué vamos a hacer cuando volvamos a la Luna, o cómo se van a explotar los recursos, o cómo se van a gestionar la basura espacial o la cantidad de satélites que ya hay en órbita. En todo esto, el papel de las agencias será clave y no se puede dejar todo en manos privadas”, dijo.

En cualquier caso, subrayó, en un sector tan caro y complejo como el espacial, siempre es positivo que haya colaboración público-privada con empresas como Space X o Blue Origin que hacen enormes inversiones de las que se benefician la NASA o la ESA (como con los lanzadores reutilizables que están probando). “Todo eso aporta siempre y cuando haya una regulación y una ética detrás”, concluyó. EFE

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