Dr. Víctor Garrido Peralta
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Las naciones avanzan tanto como sus ciudadanos se educan. En la República Dominicana existe una paradoja dolorosa: mientras construimos resorts de clase mundial y exportamos turismo, nuestro sistema público educativo sigue siendo monolingüe, privando a gran parte de la población del acceso real al mundo globalizado.
Hace tiempo vengo difundiendo un afiche que resume la urgencia: “Saber inglés no debe ser el privilegio de unos pocos, sino el derecho de todos”. La educación bilingüe —y especialmente el dominio del inglés— no es un lujo pedagógico, sino una medida estratégica de justicia social y competitividad económica. Es un pasaporte negado para quienes dependen exclusivamente del sistema público.
La historia de María: el rostro del apartheid educativo
María Jiménez se graduó con honores de un liceo público de Villa Mella en 2023. Hoy trabaja como cajera en un supermercado ganando RD$18,000 mensuales. Su compañera de promoción, graduada de un colegio privado bilingüe, fue contratada como asistente de gerencia en un hotel de Punta Cana con salario de RD$35,000 mensuales más propinas. La diferencia no fue el promedio académico —María lo superaba—, sino una sola variable: el dominio del inglés.
Esta no es una anécdota aislada; es el patrón sistemático de exclusión económica que sufren miles de jóvenes dominicanos cada año. El monolingüismo forzado no es solo una limitación educativa: es un apartheid económico que condena generaciones enteras a la marginalidad laboral.
La paradoja turística y la realidad de PISA
Somos la potencia turística del Caribe. En 2024, el sector generó ingresos récord de US$10,974 millones y empleó a 399,620 personas directa e indirectamente. Nuestra industria demanda personal bilingüe en hoteles, servicios y tecnología. Sin embargo, nuestros egresados de escuelas públicas muchas veces son funcionales solo a un mercado local limitado, sin las habilidades para insertarse en trabajos internacionalizados o bien remunerados.
Según datos del INFOTEP, en localidades turísticas se requiere urgentemente personal que domine inglés, francés y alemán, además de conocimientos informáticos. La demanda es clara, pero nuestra oferta educativa pública es inexistente para el 97% de los estudiantes.
Inversión y estancamiento:
El Ministerio de Educación ha ejecutado más del 98% de su presupuesto en años recientes. Para 2024, ese presupuesto rondó los RD$296,000 millones. No se trata de falta de gasto, sino de su calidad.
El vicio del gasto corriente: Cifras como que más del 56% del presupuesto se destina a remuneraciones, y el dato de que, por cada peso destinado a educación, RD$1.85 van al servicio de la deuda pública, revelan el penoso equilibrio. El gasto corriente (sueldos y pensiones) absorbe la mayor parte, mientras que la inversión en innovación pedagógica y programas bilingües sigue siendo marginal.
La sentencia PISA:
Pese al crecimiento en cobertura (2.6 millones de estudiantes matriculados), los resultados son un veredicto. En la última prueba PISA (OCDE), los alumnos dominicanos se ubicaron consistentemente en los peores lugares de la región en lectura, matemáticas y ciencias, demostrando que la brecha se amplía sin una formación lingüística robusta. La cobertura crece, pero la calidad se estanca.
El déficit docente: un obstáculo crítico
En el Concurso de Oposición Docente 2024, de 1,110 interesados en plazas de inglés, solo 844 calificaron. Esta cifra revela una verdad incómoda: no tenemos suficientes maestros capacitados en inglés para transformar el sistema.
Actualmente, solo existen programas como “English for a Better Life”, que en 2024 capacitó a poco más de 500 docentes para 144 centros educativos en modalidad de jornada escolar extendida. En 2025, el programa se ampliará a 315 escuelas adicionales, impactando a 130,000 nuevos estudiantes. Sin embargo, esto representa apenas el 5% del total de estudiantes del sistema público.
El desafío es monumental: necesitaríamos certificar aproximadamente 15,000 maestros en inglés nivel B2 para lograr cobertura universal. Con los ritmos actuales de capacitación (500-1,000 docentes anuales), tardaríamos 15-30 años en alcanzar esta meta. Es inaceptable.
Monolingüismo: un segundo analfabetismo funcional
En un mundo interconectado, no hablar inglés no es solo una barrera académica: es un segundo analfabetismo funcional. Crea una división social que condena a gran parte de nuestra juventud:
Laboral:
Muchos empleos bien remunerados en turismo, call centers, tecnología y servicios internacionales requieren inglés. Los datos son contundentes: profesionales con dominio avanzado del inglés pueden aspirar a salarios entre 30% y 50% más altos que sus pares monolingües en posiciones comparables.
En el sector turístico, que representa el 17.9% de la fuerza laboral nacional (893,000 trabajadores proyectados para 2025), el inglés es requisito indispensable para posiciones de contacto con huéspedes. Un mesero bilingüe en Punta Cana gana entre RD$25,000-35,000 más propinas; uno monolingüe, RD$18,000-22,000.
Académico:
El acceso a la investigación, las becas y los recursos globales se publica mayormente en inglés. Quien no lo domina queda marginado de la cúspide del conocimiento. El 85% de las publicaciones científicas indexadas están en inglés; el 90% de las becas internacionales requieren certificación de dominio del idioma.
Cognitivo:
Los estudios de la UNESCO y la OCDE confirman que el bilingüismo mejora capacidades cognitivas, funcionamiento ejecutivo del cerebro y el desarrollo mental. No es solo una ventaja: es equidad neuronal.
La analogía es la siguiente: Hemos invertido en construir un auto de carrera (el 4% del PIB), pero le negamos la llave de encendido (el inglés) para que pueda salir a competir en la autopista global.
Experiencias que demuestran que es posible
Convertir los 12 años de escolarización pública en bilingües no es una utopía; es un desafío que requiere planificación y voluntad política urgente.
Costa Rica: El caso más documentado y relevante para nosotros. En 2008, Costa Rica lanzó el Programa Nacional de Inglés con resultados iniciales decepcionantes: solo 11% de egresados alcanzaba nivel intermedio-avanzado (B2-C1). Sin embargo, mediante inversión sistemática, para 2019 lograron que 35% de sus estudiantes alcanzara nivel intermedio, y los colegios experimentales bilingües públicos obtuvieron resultados similares a instituciones privadas.
Costa Rica destina actualmente recursos significativos para capacitar docentes con certificación internacional, implementó el programa “Alianza para el Bilingüismo” (ABI) con meta de bilingüismo universal para 2040 y creó la Política Educativa de Promoción de Idiomas (PEPRI) en 2021. Aunque aún enfrentan desafíos, han demostrado que la transformación sistemática es posible.
Panamá:
Ha implementado programas de inmersión bilingüe ligados a sus sectores turísticos y al Canal de Panamá, demostrando que es una estrategia escalable en economías similares a la nuestra.
El costo de esta inversión:
Basándonos en experiencias regionales y cálculos conservadores, transformar el sistema educativo dominicano en bilingüe requeriría:
- Capacitación docente masiva: Aproximadamente RD$50,000-80,000 por maestro para certificación B2-C1 (15,000 maestros × RD$65,000 promedio = RD$975 millones en 5 años).
- Materiales y plataformas digitales: RD$3,000-5,000 por estudiante anualmente (2.6 millones × RD$4,000 = RD$10,400 millones anuales inicialmente, decreciente).
- Infraestructura tecnológica: RD$5,000-8,000 millones en conectividad y equipamiento de escuelas.
- Inversión total estimada inicial (5 años): RD$70,000-90,000 millones.
El retorno de inversión:
El incremento en productividad y competitividad nacional recuperaría esta inversión en 8-12 años mediante mayor empleabilidad, atracción de inversión extranjera en sectores de alto valor agregado y reducción de costos de capacitación empresarial. Costa Rica documentó que cada dólar invertido en educación bilingüe retorna 3-5 dólares en crecimiento económico en una década.
Propuestas concretas para transformar la educación
1. Capacitación docente masiva:
El punto más crítico. Certificar a maestros en inglés nivel B2-C1, con incentivos salariales del 30-40% adicional para atraer y retener talento bilingüe. Establecer alianzas con universidades extranjeras y programas como Fulbright, Peace Corps y British Council para programas de intercambio docente.
Cronograma: Capacitar 3,000 maestros anuales durante 5 años para alcanzar masa crítica de 15,000 docentes certificados.
2. Inmersión temprana:
Iniciar el aprendizaje de la segunda lengua desde preescolar (3-5 años), aprovechando la plasticidad cerebral infantil que facilita la adquisición natural de idiomas. Los estudios neurocientíficos demuestran que la ventana óptima para el bilingüismo natural es antes de los 7 años.
3. Tecnología educativa y alianzas:
Implementar plataformas digitales adaptadas (similar al modelo Education First utilizado por el MINERD actualmente, pero a escala universal) y establecer convenios con la industria turística y tecnológica para tutorías, pasantías y prácticas con hablantes nativos.
El sector privado turístico debería invertir el 1% de sus utilidades en educación bilingüe pública mediante alianzas público-privadas: esto representaría aproximadamente RD$3,000-4,000 millones anuales adicionales.
4. Pilotos bilingües escalables:
Implementar programas piloto en 50 distritos escolares durante el primer año, evaluando rigurosamente resultados mediante pruebas estandarizadas internacionales. Expandir el programa gradualmente según evidencia de impacto, alcanzando cobertura universal en 8-10 años.
Modelo sugerido: Empezar con provincias turísticas (La Altagracia, Puerto Plata, La Romana, Samaná) donde existe demanda laboral inmediata y sector privado dispuesto a cofinanciar.
5. Presupuesto blindado:
Crear una línea presupuestaria específica dentro del 4% del PIB educativo para la implementación del programa bilingüe (mínimo 10% del presupuesto educativo = RD$29,600 millones anuales), protegida del gasto corriente y la burocracia mediante ley especial que requiera mayoría calificada para modificaciones.
6. Certificación internacional:
Establecer convenio con Cambridge, TOEFL o instituciones similares para que todos los egresados del sistema público reciban certificación internacional de su nivel de inglés, proporcionándoles credencial reconocida globalmente para empleabilidad y estudios superiores.
Apelación final: un llamado a la acción
El Estado debe dejar de ver la educación como un gasto social burocrático y entenderla como la inversión más estratégica para el siglo XXI.
Convertir la educación pública dominicana en bilingüe no es un capricho elitista, sino una estrategia de futuro. No podemos seguir produciendo graduados incapaces de insertarse en el mundo global mientras nuestros competidores regionales avanzan.
El costo de la inacción es exponencialmente mayor que el de la acción:
Cada cohorte de 200,000 estudiantes que egresa sin inglés representa:
- Pérdida de potencial económico: RD$50,000-80,000 millones en ingresos futuros no percibidos durante su vida laboral.
- Menor recaudación fiscal: RD$15,000-25,000 millones en impuestos no generados,
- Perpetuación de la desigualdad: 200,000 jóvenes condenados a salarios 30-50% inferiores a su potencial.
En 10 años sin actuar, habremos condenado a 2 millones de jóvenes a la marginalidad económica.
Hago un llamado a todos: gobernantes, docentes, padres, sector empresarial y ciudadanos. Exijamos un pacto nacional por la educación bilingüe: que el dominio del inglés deje de ser privilegio y se convierta en derecho.
El sector privado debe asumir su responsabilidad:
Los hoteles, zonas francas y empresas tecnológicas que requieren empleados bilingües deben invertir en crear el talento que necesitan. No pueden seguir explotando la brecha educativa para importar talento extranjero o pagar salarios bajos a dominicanos sub preparados.
Los padres deben exigir:
Cada familia tiene derecho a demandar educación bilingüe para sus hijos. La resignación es complicidad con la inequidad.
Los maestros actuales necesitan apoyo:
No podemos culpar a docentes que nunca recibieron formación en inglés. Debemos proporcionarles capacitación intensiva, con licencias pagadas para estudios, incentivos económicos significativos y reconocimiento profesional.
La juventud debe alzar su voz:
Ustedes son quienes pagarán el precio del fracaso educativo actual. Organícense, exijan, protesten pacíficamente. Su futuro está en juego.
Por un país donde todos tengan la llave del mundo. Por un país donde María y miles como ella no sean condenadas a la exclusión económica por haber nacido en el lugar equivocado. Por un país donde el código postal no determine el destino económico.
La educación bilingüe universal no es un sueño: es una necesidad impostergable. El tiempo de las excusas terminó. Es hora de actuar.
Cada niño dominicano que crece sin acceso al inglés es una oportunidad nacional perdida. Cada generación monolingüe que graduamos es un fracaso colectivo. Transformar esta realidad requiere visión, inversión y coraje político. ¿Tendremos la valentía de hacerlo?









