Miguel A. Guerrero Pérez
Las expectativas en torno a la reunión celebrada ayer por los principales partidos de la oposición (PLD-FP-PRD) se desvanecieron pues no hubo nada nuevo más allá del desabrido encuentro entre los expresidentes Danilo Medina y Leonel Fernández.
El documento leído por el vocero de la denominada Alianza RD, Miguel Vargas, no introdujo ningún elemento nuevo, solo las críticas al gobierno que hemos escuchado una y otra vez.
Se esperaba que en algunas provincias, como Peravia, donde por separado los candidatos opositores Wilton Guerrero y Raúl Lara están lejos de alcanzar al oficialista Julito Fulcar, se produjera algunas fórmula para que fueran unidos.
En esta provincia (Peravia) y otras como Santiago, Monte Plata y San Cristóbal algunos sondeos indican que la suma de los candidatos opositores superan a los que presenta el PRM.
En Peravia, por ejemplo, se llegó a hablar de la famosa fórmula del 2 y 2, en una ocasión implementada en el PRD por el doctor José Francisco Peña Gómez, pero la demanda de unidad de círculos opositores no encontró eco entre los candidatos y se confiaba que este encuentro pudiera determinarlo, incluso con la presentación de uno de los contendientes en la boleta para la cámara de diputados.
Toda la alharaca y entusiasmo generado por este encuentro no traerá más que desilusión. Se trata de un suicidio político no haber llevado la unidad a otros niveles, incluso el presidencial.
La percepción, reforzada por las encuestas, de que el presidente Luis Abinader logrará un triunfo fácil en primera vuelta, cobra ahora más vida.
Las múltiples denuncias incluidas en la declaración conjunta, sean ciertas o no, dejan la impresión de derrota en la psiquis colectiva, donde las quejas son sinónimo de debilidad.
Las salutaciones entre Danilo Medina y Leonel Fernández no pasaron de ser protocolares. Lo correcto era que se sentaran juntos, no estuvieran en los estrenos de las fotos y que se le viera hablar entre sí, incluso que pronunciaran algunas palabras en el evento y levantaran los brazos juntos en señal de victoria.
La que pudo ser la última oportunidad de levantar los ánimos, caídos por una contundente derrota y constante renuncias, no tuvo el efecto esperado.
Con apenas dos meses de campaña revertir todo el engranaje que afecta a la oposición reunida en la Alianza RD, se torna difícil, parece cuesta arriba. Han dejado pasar un momento que pudo haber sido mágico creando desilusión sobre un panorama de por sí nada halagador.
Se retorna ahora en cual de los dos partidos mayoritarios del bloque queda mejor parado en las próximas elecciones. Y, si bien el PLD logró mejores resultados en las municipales, la situación indica que habrá un cambio radical.