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República Dominicana ante el desafío del cambio climático

Kimberly Taveras

El pasado 5 de junio, celebramos el Día Mundial del Medio Ambiente, una ocasión que me invita a reflexionar y escribir sobre un tema que me apasiona profundamente tanto en mi labor como ingeniera química con maestría en energía renovable, como en mi rol de diputada al Congreso Dominicano.

La gestión ambiental y la sostenibilidad no son sólo áreas de interés profesional para mí, sino imperativos urgentes que definen el futuro de nuestra amada República Dominicana y de nuestro planeta.

En este contexto, es imposible obviar la inminente amenaza del cambio climático, que representa uno de los mayores desafíos para nuestro desarrollo sostenible y la preservación de nuestro patrimonio natural. La vulnerabilidad de la República Dominicana ante los fenómenos climáticos extremos nos obliga a adoptar medidas de adaptación y mitigación más rigurosas y visionarias. Esto es esencial no solo para proteger nuestros recursos naturales, sino también para garantizar la seguridad y el bienestar de las próximas generaciones.

Una iniciativa clave promovida por el presidente Luis Abinader para la transformación de nuestro país hacia una sociedad más sostenible y responsable ha sido el anuncio del Sistema Nacional Integrado de Transporte, es una visión audaz que busca revolucionar la forma en que nos movilizamos. Este plan a 30 años no solo se anticipa a las crecientes necesidades de movilidad de la población dominicana, sino que también está diseñado para reducir significativamente nuestra huella de carbono. Alentar a los ciudadanos a usar este sistema de transporte colectivo y sostenible es vital para disminuir las emisiones derivadas del transporte privado, uno de los principales contribuyentes al cambio climático global.

Eso, sumado a una iniciativa que llevamos en nuestras carpeta de acciones legislativas al congreso, el banco de empleo municipal, que establecerá el desarrollo del observatorio del mercado laboral vinculado al territorio, es otra iniciativa estratégica que no solo facilitará la capacitación de los ciudadanos de acuerdo con las necesidades laborales específicas de cada región, sino que también promoverá que las personas trabajen cerca de donde viven. Esto tiene un impacto directo en la reducción de la población flotante y el uso innecesario del transporte privado, contribuyendo así a la disminución de las emisiones de gases de efecto invernadero y fomentando comunidades más cohesionadas y menos dependientes de medios de transporte intensivos en carbono.

Estas medidas, alineadas con el Consejo Nacional para el Cambio Climático y Mecanismo de Desarrollo Limpio y respaldadas por legislaciones vigentes, son pasos iniciales pero cruciales. Sin embargo, enfrentar los desafíos del cambio climático requiere también transformaciones más profundas en las estructuras del Estado dominicano y nuestra economía.

Debemos diversificar nuestra oferta turística hacia modelos menos invasivos como el ecoturismo y agroturismo, y adaptar nuestras prácticas agrícolas a las nuevas condiciones climáticas. Además, seguir con la diversificación de nuestra matriz energética es fundamental para nuestra autonomía y sostenibilidad energética. Seguir con la transición hacia fuentes de energía renovables no solo reduce nuestras emisiones de gases de efecto invernadero, sino que también mejora nuestra seguridad energética, haciéndonos menos dependientes de importaciones de un mercado fluctuante.

La efectiva aplicación de la ley de ordenamiento territorial facilitará una planificación urbana que pueda soportar y mitigar los efectos de fenómenos extremos como inundaciones y sequías, incorporando infraestructuras resilientes que sean sostenibles a largo plazo, como sistemas de alcantarillado adecuados, cableado subterráneo para los servicios esenciales, y promover la eficiencia energética y la sostenibilidad en la construcción de viviendas.

Son muchos retos, a corto, mediano y largo plazo, todos acompañados de costo económico, sociales y sobre todo políticos significativos. No obstante, requieren de un liderazgo audaz y consciente, capaz de tomar decisiones que, aunque puedan resultar impopulares a corto plazo, son esenciales para el bienestar de las futuras generaciones. Confío en que el gobierno actual y el liderazgo del país, ambos encabezados por el presidente Luis Abinader, pueda implementar estas transformaciones profundas, mirando más allá del futuro político inmediato y enfocándose, como nos tiene acostumbrado, en el legado que dejaremos. Pues la acción colectiva mediante el compromiso de todos los dominicanos para enfrentar los desafíos del cambio climático con valentía y determinación es nuestra responsabilidad, no solo como ciudadanos sino como custodios de nuestra tierra y nuestra cultura.

Esta semana Mundial del Medio Ambiente, mientras reflexionamos sobre estos compromisos y desafíos, debemos reconocer que la responsabilidad de actuar recae en todos nosotros. El liderazgo visionario puede guiarnos, pero la participación activa y consciente de cada dominicano será crucial para lograr una República Dominicana resiliente y sostenible. Juntos, podemos y debemos enfrentar estos desafíos para asegurar un futuro digno para las próximas generaciones.

 

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