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Santo Domingo

Que no sea obligada ni que sea jurada

Charlie Núñez

No tengo idea para qué es, por qué es, ni qué hacen con ella, pero cuando nombran o eligen un funcionario público, estos deben presentar una declaración jurada de bienes.

El artículo 2 de la ley 311-14 obliga a los funcionarios a depositar sus declaraciones en la Cámara de Cuentas en un plazo máximo de 30 días después de su designación, elección o reelección e igual plazo, luego de quedar cesante de su posición o cuando el organismo competente lo considere necesario.

No se sabe si es por ignorancia, haraganería, mala fe, falta de tiempo o cualquier otra razón, pero la resistencia a cumplir con la ley es permanente y va de Gobierno en Gobierno.

No tengo claro cuáles son las sanciones a aplicar por incumplimiento de esta ley, pero siempre se amenaza con cancelar el nombramiento si es por decreto o de retener los salarios del funcionario en caso de haber sido electo.

Al inicio de cada gestión de Gobierno o inicio de una nueva gestión legislativa, los medios son recurrentes, destacando las declaraciones juradas de los funcionarios, y la población las espera más que nada por el morbo de saber lo que declarán.

Usted se topa con gente que come “fiao” declarando cientos de millones y otros con imagen de rico declarando dos y tres millones, hay algunos que repiten en los cargos que después de buenos salarios, gastos de representación, pago hasta de la comida del perro, salen más pobres de como entraron.

A mí en lo personal me gustaría saber cómo es que el actual presidente de la República se empobreció desde la presidencia.

¿Debe Abinader emitir un decreto cancelando los funcionarios de sus empresas privadas, o esos ejecutivos deben llamarle la atención a su jefe de que no puede despilfarrar los recursos de sus empresas, o el presidente debe chequear que está pasando que los dominicanos, empezando por él que se están empobreciendo?

El denominador común de la mayoría de funcionarios es que poseen inmuebles valorados en unos precios que yo en lo particular me atrevo – para ayudarlos – a comprárselos por el doble, el triple y hasta por más.

Habrá que ser nombrado para entender en función de qué es que hacen las Declaraciones Juradas de Bienes, quien certifica la veracidad de la misma, e indagar cómo es que la mayoría sale más pobre que como entra, aunque después no vuelvan a trabajar nunca más y vivan como príncipes.

Para no seguir con el relajo, es preferible que la declaración no sea obligada ni jurada, basta con solicitar una certificación de la DGII de Declaración de impuesto sobre la renta actualizada y a Dios que se encargue del resto.

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