Presentar todas las actas al pueblo venezolano y al mundo ha de constituirse en prueba irrefutable del resultado de las elecciones en Venezuela.
Acoger como bueno y válido lo que indiquen esos votos como expresión de la voluntad de los venezolanos es de rigor, ante las inquietantes y peligrosas circunstancias que marcan esta crisis post electoral.
Sea cual sea el ganador, Venezuela deberá constituirse en espacio obligatorio de diálogo y concertación a favor de la paz y la gobernanza.
Hasta tanto, la apelación debe ser a evitar los disturbios que diluyen toda posibilidad de revisión del escrutinio como principal eslabón para una salida satisfactoria.
Venezuela no merece, en adición a sus múltiples problemas, una confrontación cívico y militar de imprevisibles consecuencias.