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Santo Domingo

PNUD deplora polos turísticos sean los más carenciados

Diana Rodríguez

Aunque el turismo ha dinamizado la economía de la República Dominicana, no ha logrado mejorar de manera equitativa las condiciones de vida de quienes residen en los territorios donde se desarrolla.

La afirmación es de Sanja Bojanic, representante residente adjunta del  Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD ) en República Dominicana, y se basa en investigaciones científicas sobre desarrollo humano.

Un claro ejemplo, según señala, es el caso de la región Yuma, que alberga uno de los polos turísticos más reconocidos internacionalmente: Punta Cana, ubicado en la provincia La Altagracia.

Explica que a pesar del auge económico derivado del turismo, los datos de la Plataforma Territorial de Desarrollo Humano del PNUD muestran que la región Yuma tiene el índice de desarrollo humano más bajo del país, con un puntaje de 0.566 en 2022, en comparación con el promedio nacional de 0.609.

Dicho de una manera más simple, estos números indican que las personas que habitan en esta región enfrentan dificultades en áreas claves para su bienestar. Entre ellas, una baja esperanza de vida, derivada de un acceso limitado a servicios de salud y oportunidades educativas restringidas.

De acuerdo con la representante del PNUD, estas carencias limitan las posibilidades de progreso y desarrollo personal, así como acceso a empleo digno; y bajos ingresos, que perpetúan situaciones de pobreza.

“En esencia, aunque el crecimiento económico generado por el turismo es significativo, no se traduce automáticamente en el bienestar integral para todos y todas los habitantes de la región, sostiene. Esto nos lleva a una reflexión importante, cuenta la experta, y es que el desarrollo económico y la expansión del turismo deben ir acompañados de estrategias que promuevan el desarrollo humano sostenible. “Este concepto no solo implica crecimiento económico, sino también una mejora en las condiciones sociales, educativas y sanitarias de toda la población que se traduzca en eliminación de las asimetrías geográficas de acceso a los servicios sociales y la protección del capital natural y del capital humano que son las fuentes principales de competitividad”, subraya.

Desde su visión, para que el turismo sea verdaderamente una herramienta para la paz, debe enfocarse en crear oportunidades para las comunidades locales, reducir las brechas de desigualdad y asegurar que los beneficios se distribuyan de manera más equitativa.

El PNUD considera que una de las acciones claves es fortalecer los mecanismos de empoderamiento local, tanto para las comunidades como para los gobiernos.

“Empoderar a las personas en los territorios no solo permite que participen activamente en las decisiones que afectan su futuro, sino que también fomenta la estabilidad y cohesión social, factores esenciales para la paz duradera”, plantea.

En este contexto, propone que los visitantes y el turismo jueguen un rol clave al contribuir de manera directa al bienestar local, reduciendo la migración forzada, las privaciones sociales y la violencia asociada a la pobreza.

“En adición, para fomentar la equidad e inclusión la ciudadanía debe contribuir desde los espacios locales en el proceso de priorización de las necesidades, formulación de los planes sectoriales y territoriales y ejercer un rol protagónico en la agenda de desarrollo local”, agrega

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