Asly Hernandez

Cuando llega la Navidad, en los hogares dominicanos se prende el fogón y se arma el coro alrededor de la mesa. Estas fechas no se conciben sin la comida típica que, año tras año, reúne a la familia completa, desde el más chiquito hasta el tío que nunca falta, para compartir y celebrar en grande.

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El cerdo asado es el duro de la nochebuena. Bien doradito y jugoso, es el plato que casi nunca se queda. A su lado van los infaltables pasteles en hoja, hechos con víveres rallados y rellenos de carne, envueltos en hoja de plátano, que cuando se abren botan ese olorcito que anuncia que la Navidad llegó.

En la mesa también dicen presente el arroz navideño o moro especial, bien cargado de sabor, junto a la clásica ensalada rusa, que le da color al plato. No faltan el pollo horneado, las empanaditas y otros antojitos que dependen de la casa, porque aquí cada familia tiene su truco y su sazón.

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Y cuando se habla de postre, las habichuelas con dulce son la estrella. Ese caldero que se reparte entre vecinos, amigos y familiares es tradición pura.

Para brindar, el ponche crema se sirve frío y no puede faltar, porque sin eso, dicen muchos, la noche no se siente completa.

Más que comida, estos platos representan la chercha, la unión y el orgullo de ser dominicano. En cada bocado hay historia, costumbre y ese sabor criollo que hace que la Navidad en República Dominicana se viva, se goce y se sienta de verdad.