24.8 C
Santo Domingo

Nuevas y viejas discriminaciones en el cine 

Humberto Almonte

Analista de Cine

En el inicio del 2024 seguimos hablando hasta la saciedad sobre la discriminación respecto a raza, orientación sexual, política, económica o cultural por la que determinados artistas son excluidos del trato justo al que tienen derecho en su sector u oficio. Esto no es de extrañar si observamos el panorama, sea en Hollywood o en la Republica Dominicana. 

Hay demostraciones de inconsistencias discursivas donde el discriminado se convierte en discriminador, como las del cineasta Spike Lee quien clama su indignación contra un Hollywood racista, pero a la vez afirma que solo los negros pueden tratar los temas negros y que a ningún blanco le es lícito hacerlo.

Quien esté libre de discriminar algo que tire la primera piedra. La justicia en el trato o en la retribución de su labor es un hecho que se asienta en la institucionalidad, las reglas claras y aceptando que “el mundo es ancho y ajeno”, como decía el novelista peruano Ciro Alegría.

Discrimina que algo queda 

Los temas que más aparecen en los medios o suelen hacer mucho ruido es el de las discriminaciones  raciales, por sexo, religión o nacionalidad, sin embargo pasa desapercibido el de los sueldos y sobre todo de quienes reciben la menor paga que son las mujeres actrices, lo que no debería sorprendernos dada la altísima misoginia hollywoodense. 

Un caso sintomático es el de Michelle Williams y la situación que se presentó en la película Todo El Dinero Del Mundo (All the Money in the World) -2017- cuando se excluyó a Kevin Spacey por las acusaciones de abuso sexual, y dada la necesidad de regrabaciones, el actor  Mark Wahlberg cobró 1,5 millones y Williams solo recibió 5 mil dólares. A la actriz le pagaron el 1% de lo que percibió Wahlberg, así que la injusticia está clarísima.

Viola Davis declaró en el 2018: «Gané un Oscar, gané un Emmy y he conseguido dos Tonys. He trabajado en Broadway, en televisión, en cine. Lo he hecho todo, y, sin embargo, no estoy cerca de ellos ni en cuanto al dinero ni en cuanto a oportunidades de trabajo». Y termina diciendo: «La gente dice que soy como la Meryl Streep Negra y que no hay nadie como yo, entonces, si no hay nadie como yo, si piensas que soy así, págame lo que merezco».  

El año pasado  Taraji P. Henson, en un programa de tv, llegó hasta las lágrimas cuando le preguntaron sobre las diferencias salariales. Ella afirma que si por ejemplo le pagaran 10 millones de dólares: «El tío Sam (el gobierno) se lleva el 50%. Ahora tienes 5 millones. Tu equipo recibe el 30% del total, no después de que el tío Sam se lleve su parte. Ahora haz las cuentas».  

Si nos fijamos bien la brecha salarial afecta tanto a una blanca como Michelle Williams como a dos actrices negras como Viola Davis y Taraji P. Henson, al igual como afecta a latinas y asiáticas, entonces es obvio  que la igualdad de salarios no se aplica entre mujeres y hombres, o más bien esa igualdad no cubre a todas las mujeres, aunque a algunas actrices, sobre todo blancas, si les llega ese equilibrio salarial. 

La República Dominicana no está libre de esas taras, aunque no necesariamente en mayor o menor magnitud, pero como dice aquella frase tan castiza “de haberlos haylos”, aquí, en Francia o en cualquier otra parte del mundo. Es difícil hacer una comparativa de salarios entre mujeres y hombres en la RD por el secretismo con el que se manejan los presupuestos aquí. 

Se puede decir que tenemos una discriminación más o menos sutil  por apariencia física a la hora de publicitar a los actores, pues he visto casos de personajes principales rebajada su presencia en los media tours en beneficio de personajes menores de piel más clara, o de privilegiar la de aquellos personajes en términos publicitarios o de su presencia en festivales internacionales a quienes tienden a estar cercanos a lo caucásico en perjuicio de aquellos de piel más oscura.  

Dentro de las más sutiles actitudes discriminatorias del entorno fílmico Hollywoodense está el factor edad, y no porque el actor o la actriz pierdan facultades con los años. Nada que ver. A estos artistas se les va relegando a papeles cada vez menores e imperceptibles. Comienzan a ocultarlos y nosotros a olvidarlos. Intérpretes como Catherine Zeta Jones, Carrie-Anne Moss o Emma Thompson, cada vez trabajan menos y no por falta de interés.

La  Universidad de San Diego hizo en el 2013 un análisis donde encontró que los personajes femeninos eran menores de 40, un 26% de los papeles eran para las de 20 años, y el 28% para las que tenían 30. Sin embargo, el 31% los personajes masculinos pasaba de los 40 años. Es decir, la línea de Pizarro de las mujeres llega a los 40, mientras que en el sector masculino esto no lo es tanto.

En el 2016 Buzzfeed se dedicó a hurgar en la edad de las parejas en las películas y encontró que en la mayoría de las situaciones los actores pasaban de 45 y las actrices no eran de más de 30. Con un promedio de 20 años en los filmes analizados, la mujer siempre tendía a ser más joven, pero para el hombre no se aplicaba ese rasero. Lo que se ve muy poco es el caso contrario, mujer mayor y hombre joven.

Una veterana tan laureada como Helen Mirren, quien a sus 78 sigue tan campante, ha dicho que es ridículo que se juzgue la capacidad de actuación de la mujer por su edad: “Todos hemos visto como James Bond se iba haciendo más y más viejo, mientras que sus novias eran cada vez más y más jóvenes”.

¿Ha cambiado la situación en el 2024? Visto lo que dice un estudio de la Universidad del Sur de California (USC) que ha salido recientemente nos proporciona el dato que solo tres películas de 2023 fueron protagonizadas o coprotagonizadas por mujeres de 45 años o más, es un indicador de que seguimos en las mismas. 

Todo ha cambiado y todo sigue igual 

Como las audiencias son cada vez más jóvenes, se cae en la tentación de producir casi exclusivamente para ellos sin tomar en cuenta a los otros segmentos del mercado, excluyendo a actrices y actores que aún se encuentran en plena actividad con sus facultades artísticas y creativas en buen estado, pues la edad avanzada no es un impedimento per se.

La discriminación por edad, sexo, salario o etnia, quizás sea menos notoria en los medios, pero no deja de ser un atentado contra la diversidad, la posibilidad expresiva, el derecho al bienestar y a un salario justo de una comunidad como de las mujeres actrices. Negar a esos grupos actorales femeninos el mismo trato que a sus pares masculinos  es demostrar que los discursos de igualdad  no son más que un ejercicio de cinismo por parte de  academia o de los integrantes de la industria cinematográfica.

 

- Advertisement -spot_img

Más artículos como este