Copenhague.- El Nobel de Literatura ha distinguido este año al noruego Jon Fosse, considerado uno de los principales dramaturgos de las últimas décadas y un narrador minimalista que figuraba desde hacía años en las quinielas previas para recibir el premio.
La Academia Sueca reconoció “las innovadoras obras de teatro y su prosa, que dan voz a lo indecible”, según el fallo difundido hoy en Estocolmo.
Autor de más de setenta obras y traducido a medio centenar de idiomas, Fosse (Haugseund, oeste de Noruega, 1959) se hizo inicialmente famoso fuera de su país por sus piezas teatrales, que le han valido la etiqueta del “nuevo” Ibsen, pero su prosa ha ido ganando reconocimiento.
Admirador de Samuel Beckett y Thomas Bernhard, comparte con estos su visión agnóstica del mundo, aunque añade una calidez, una “inocente vulnerabilidad” y un humor que contrastan con el nihilismo de aquellos, resalta el fallo, que elogia la combinación de localismo con técnicas artísticas modernistas.
Una singularidad de su obra es que está escrita en “nynorsk”, el segundo estándar oficial del noruego escrito, creado a partir de variantes dialectales propias a mediados del siglo XIX para diferenciarse del “bokmål”, basado en el danés.
Aunque su debut como autor fue con la novela “Raudt, svart” (Rojo, negro; 1983), el éxito continental le vino de la mano de la obra de teatro “Nokon kjem til å komme” (Alguien va a volver a casa, 1996), donde en “su radical reducción del lenguaje y la acción dramática, expresa las emociones humanas más poderosas de ansiedad e impotencia en los términos cotidianos más simples”.
El uso de pausas e interrupciones para crear incertidumbre es otra de las características de su obra, en especial la dramática, donde destacan piezas como “Namnet” (El nombre, 1995), “Dødsvariasjonar” (Variaciones de la muerte, 2002) y “Skuggar” (Sombras, 2006).
Pero la fama internacional como dramaturgo trajo también otras consecuencias que afectaron a su labor artística.
“Me convertí en una marca, eran unas circunstancias increíbles, viaje tras viaje, aeropuertos, nuevos hoteles, a menudo solo; estreno tras estreno por todo el mundo. Viví así unos 15 o 20 años. Fue demasiado. Yo soy tímido y para poder aguantar todo lo social relacionado con esto, bebía”, confesó en una entrevista hace cuatro años con Aftenposten, principal diario noruego.
Fosse acabó internado en un hospital y decidió dejar la bebida y el teatro para concentrarse en la narrativa durante la última década, en la que ha escrito varias obras reputadas.
Uno de sus trabajos más reconocidos en prosa es “Trilogien” (Trilogía, 2014), una saga de amor y violencia con referencias bíblicas que le valió el premio del Consejo Nórdico, predecesora de su obra magna “Septologien” (2021), una novela de 1.250 páginas escrita en forma de monólogo y en la que el protagonista, un artista anciano, habla consigo mismo.
“Estoy abrumado, muy contento y agradecido. Este galardón premia la literatura que ante todo quiere ser literatura sin tomar otras consideraciones. Y es un premio para el ‘nynorsk'”, señaló Fosse en un comunicado distribuido por su editorial noruega.
En declaraciones al canal noruego TV2, el galardonado ironizó con el hecho de llevar tiempo en las quinielas: “Hace unos diez años que estoy en las discusiones sobre el Nobel, así que estoy acostumbrado a los nervios al respecto. Pero como estoy acostumbrado a que no me lo den, que me lo hayan dado vino como algo inesperado”.
Fosse es el cuarto noruego en ganar el Nobel de Literatura, casi cien años después del último premiado en ese idioma, Sigrid Undset (1928), y una rareza en un galardón que ha distinguido a 120 autores y en los que hay un claro dominio de la lengua inglesa (31) por delante de la francesa (15), alemana (14) y española (11).
Al igual que el resto de los Nobel, el premio de Literatura está dotado este año con 11 millones de coronas suecas (algo menos de un millón de dólares).
La ronda de ganadores continuará mañana con otro de los Nobel que más atención genera, el de la Paz, el único que se otorga y entrega fuera de Suecia, en Oslo. EFE