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No a las Pruebas Nacionales: Sí a un nuevo enfoque de este instrumento

Claudia Rota Abreu

Me pongo a escuchar a quienes opinan a favor de las Pruebas Nacionales ó PRUEBAS DE EVALUACIÓN DE APRENDIZAJES CON FINES DE PROMOCIÓN, porque entienden que es la manera correcta de evaluar al estudiantado. O sea, luego de haber pasado 12 años de su vida formándose en la escuela, para saber, al final del recorrido, si realmente domina los conocimientos o competencias, que un grupo de pensadores decidieron que eran “vitales” para obtener su certificado de Bachiller, y así, poder continuar con su formación universitaria.

Un comunicador, incluso, hizo la comparación con PISA, las famosas pruebas internacionales a las que nos hemos aferrado para decidir si servimos o no como país, mientras vemos una ciudadanía integrada en parte por personas que: trabajan, desarrollan proyectos, logran premios internacionales, dominan idiomas, son contratadas por multinacionales, se van a servir en otros países luego de ser formados aquí (fuga de cerebros), etc. y pretendemos decir que los y las dominicanas, a modo general, no tenemos una buena educación, o peor, querer atribuir la “buena educación” únicamente al sector privado, habiendo una cantidad de liceos que gradúan anualmente individuos excelentes, ya sea en sus notas o en su condición humana

Ahora ¿Es la prueba PISA determinante para obtener el título de bachiller por quienes la toman? NO. Por tales motivos, no son objeto de comparación.

PISA se trata de unas pruebas diagnóstica para medir el nivel del estudiantado, de 15 años de edad, de los 38 países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), a la cual, nosotros no pertenecemos (pero trajimos las pruebas dos veces), con la intención de evaluar el desarrollo emergente de las personas que forman parte de la ciudadanía de sus países miembros, para orientar los avances de la educación respecto una serie de renglones determinados.

La prueba PISA mide hasta la felicidad, pero nadie ha valorado que los estudiantes de la República Dominicana fueron los más felices en el año 2016.

Los exámenes, las evaluaciones, las pruebas o los proyectos finales, son el mecanismo para probar el dominio de las áreas curriculares, evidenciando, si el individuo, en su etapa escolar, está preparado para continuar cumpliendo con los niveles que les falta para completar el bachillerato.

Ahora bien, ¿Dónde está la clave de evaluar con la intención de mejorar realmente los aprendizajes de un individuo? Pues en medir periódicamente durante el año escolar e identificar las debilidades que pueda tener él o la estudiante en una asignatura o en el desarrollo de algunas competencias fundamentales o específicas, con el propósito de tomar ACCIONES REMEDIALES que le permitan recuperarse y poder cumplir con recibir el aprendizaje deseado, aunque sea en un nivel promedio, suficiente para continuar adelante.

Todo lo contrario a lo que hacen las Pruebas Nacionales, porque estas, esperan al estudiantado al final, como el trago más amargo o ese “jódete” disfrazado de “eficiencia” y, las mediciones que puedan obtenerse, puede ser en detrimento de una clase estudiantil que no la ayudaron, cuando tenía tiempo para recuperarse, para venir, con un examen de dos horas, a quererles tronchar hasta su futuro O LA CONTINUIDAD DE ESTE.

Acciones o Medidas Remediales

En el sector privado es muy común, que cuando algún o alguna estudiante está fallando en una asignatura, se le busque refuerzos o ayudas, ya sea que el mismo colegio tenga el servicio de darle tutoría por algunas horas extras durante un tiempo determinado, para que pueda avanzar y nivelarse con sus pares, o hacen la advertencia y los padres, madres o tutores, buscan soluciones de paga adicional en horas extras para salir a flote y cumplir la meta.

En el sector público se hizo el “Programa de Reducción de Abandono, Repitencia y Sobre-edad” implementado en la gestión de Alejandrina Germán, y que se mantuvo durante la gestión de Melanio Paredes, pero, como somos el país de la inconsistencia, descartamos un programa que realmente estaba dando buenos resultados y que cubría ese privilegio que tienen aquellos que pueden pagar tutorías.

Dicho programa, buscaba precisamente dar tutorías a estudiantes del sector público, que mostraban ciertas lagunas en algunas áreas curriculares, una de las realidades que les lleva a repetir el curso, llegando incluso, a mantenerse en el Nivel Primario estando en plena adolescencia, situación que va dando como resultado final; el desinterés y el abandono.

Respecto a estudiantes con alguna condición especial, viene otra odisea, el Ministerio de Educación, cuenta con la Dirección de Educación Especial, quienes evalúan los expedientes de estudiantes con Autismo, Déficit de Atención, necesidades motoras, o cualquier situación. Envían a los Distritos un listado de decisiones, para ayudar, con los ajustes necesarios, y todavía aparece algún técnico distrital que entiende que se tratan de “sugerencias” y se ponen de arbitrarios en algunos casos, oponiéndose a las disposiciones de dicha dirección; aumentando la angustia de estudiantes, padres, madres y acompañantes autorizados. Esto denota una falta de sensibilidad que sigue latente en algunos actores del sistema educativo.

Finalmente, creo que las Pruebas de Nacionales deberían de ser sustituidas por pruebas de monitoreo, que tengan la única y noble intención de medir el desarrollo del estudiantado e intervenir a tiempo, dándole oportunidad de mejorar su desempeño, y cuyos datos, también servirían de base informativa acerca del nivel general de la clase estudiantil dominicana, que pudiera usarse para tomar medidas a favor de las nuevas generaciones, no como datos forenses, sino como verdadero instrumentos en la búsqueda de la mejora continua.

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