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Memoria, adolescencia y digitalidad en Aftersun

Humberto Almonte

Analista de Cine

Uno de los facilismos más socorridos al que se aferran algunos analistas fílmicos o los cinéfilos son las etiquetas, un método que si bien permite situar a una película en la zona de confort de estos sectores, se torna incapaz  de definir a Aftersun que podría situarse en la clasificación de “Coming On Age”, aprendizaje, películas de juventud, de evolución juvenil e innumerables sellos con el mismo sentido. 

A medida que nos adentramos en este filme, nos damos cuenta de que su complejidad no cabe en estos cercos definitorios, al igual que aquellas obras de arte que no solo tienen algo que decir sino que su discurso estético reta nuestros conceptos y nos conecta con otras de la misma línea.  En este caso no se queda a medias como pasó con Licorice Pizza de Paul Thomas Anderson. 

El guion se centra en Sophie, que reflexiona sobre la alegría compartida y la melancolía privada de unas vacaciones que hizo con su padre 20 años atrás. Los recuerdos reales e imaginarios llenan los espacios entre las imágenes, mientras intenta reconciliar al padre que conoció con el hombre que no conoció.

Charlotte Wells dirige y escribe el guion.  El elenco de esta película del Reino Unido de 98 minutos está compuesto por Paul Mescal, Francesca Corio, Celia Rowlson-Hall, Kayleigh Coleman, Sally Messhan, Harry Perdios y Ethan Smith. 

En Aftersun hacemos un regreso al pasado libre de sentimentalismos y efectismos dramáticos, todo lo contrario, como espectadores regresamos con Sophie y Calum a un tiempo donde el ritmo de las cosas se ralentiza y morosamente vivimos una apacible época llena de altibajos que la realizadora enmarca casi documentalmente con su lente, que todo no lo ve, pero que nos da pistas. 

Entre Torremolinos y Turquía. 

Lo agridulce que prima en los recuerdos de Sophie (Francesca Corio como adolescente y Celia Rowlson-Hall como adulta), sobre esas vacaciones con su padre Calum (Paul Mescal), y esas tonalidades sentimentales, vienen dadas por estar mirando como adultos unas situaciones que se han vivido como jóvenes, como en el caso de Sophie. 

La joven Sophie va descubriéndose a sí misma y posa su mirada atenta sobre la vida, el amor o las interacciones sociales, encontrando casi sin buscarlo los elementos que la van construyendo, inmersa en ese microcosmos que son los hoteles y los centros vacacionales que son parecidos a laboratorios para desarrollar situaciones In Vitro, pues la vida fuera de ellos es mucho más compleja. 

Esa transparencia de la adolescente contrasta con la opacidad de su padre, lo que lleva al desencuentro momentáneo que se transforma, por parte de ella, en la búsqueda en su adultez de esos espacios desconocidos en la trayectoria vital de su progenitor. Lo probable y lógico es no entender del todo el comportamiento de las figuras paternales, como nos suele pasar a casi todos. 

La realizadora Wells construye una solida atmósfera dramática mezclando un tempo lento, casi maestoso, pensando en términos musicales, detallado y cargado de tensiones sicológicas, acudiendo a un largo flashback que descansa en grabaciones de video, una bien armada banda sonora y a una fotografía con toques de opacidad, lo que le da esa pátina que nos sumerge en su realismo nostálgico de gran efectividad. 

Francesca Corio como Sophie y Paul Mescal como Calum, nos dan una lección de interpretación con sordina, en clave baja pero de una gran intensidad, que como hemos dicho antes, mantiene esa tensión dramática durante toda la película, gracias a ese duelo que mantienen Corio y Mescal durante toda la película. Otra clave importante es la labor actoral de los secundarios y otras interpretaciones breves que complementan de manera adecuada a los protagonistas. 

El tiempo, el implacable, el que pasó.

Es notable como se nos muestra aquí el proceso evolutivo llamado adolescencia, sin acudir a clichés tele novelescos y simplemente nos acerca a este periodo sin los visos de espectacularidades falsas tan corrientes en este género. Observamos a una joven vivir las experiencias usuales a esa edad. 

Aftersun, opera prima  de Charlotte Wells es un filme sobre la adolescencia vista por una realizadora que acude a lo sutil para describir una etapa clave de la existencia. Wells construye una atmósfera que nos hace revivir con nostalgia, recuerdos agridulces. 

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