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Santo Domingo

Los ucranianos siguen huyendo de la ocupación rusa y encuentran refugio en Kiev

Marcel Gascón

Kiev.- Decenas de personas siguen llegando cada día al territorio de Ucrania bajo control del Gobierno procedentes de las zonas conquistadas por Rusia, donde dejan atrás un ambiente de privaciones y abusos sistemáticos por parte de un Ejército ocupante que ejerce su poder con total arbitrariedad.

Ante la imposibilidad de cruzar la línea del frente, estos desplazados se ven obligados a viajar hacia el este y entrar en la Federación Rusa para proseguir su viaje en dirección norte y pasar a territorio ucraniano por un corredor humanitario que funciona en la región de Sumi, en el noreste de Ucrania y fronteriza con Rusia.

“Pensábamos esperar hasta que llegara la victoria, pero vivir allí se ha vuelto insoportable”, dice a EFE a su llegada en tren a Kiev Tetiana, una mujer jubilada de la localidad de Nechayeve, situada en la margen oriental del río Dniéper en la provincia sureña de Jersón y controlada desde el principio de la guerra por Rusia.

Cansada pero elocuente y expresiva, con la voz quebrada a veces por la emoción, esta mujer ucraniana cuenta cómo la situación se ha ido deteriorando en su pueblo desde el comienzo de la ocupación rusa.

Con los retrocesos en el campo de batalla del otoño pasado, los efectivos del Ejército de ocupación se fueron volviendo más agresivos con los vecinos, y la ayuda humanitaria ha ido reduciéndose hasta prácticamente desaparecer.

“Ahora hacen cosas que simplemente no son humanas; las personas no hacen ese tipo de cosas”, dice la mujer, junto a una ventanilla de la estación de trenes de Kiev en la que ha recibido la ayuda en metálico que el Gobierno ucraniano da a los ciudadanos que han conseguido salir de las zonas ocupadas.

“Son agresivos, lo rompen todo, sin ningún sentido. Entran en las casas y las arrasan. Las ventanas, las puertas, disparan en las puertas; un comportamiento salvaje, simplemente salvaje”, agrega Tetiana sobre la conducta de los militares rusos, que también “roban todo lo que pueden” de los vecinos y se instalan por la fuerza en sus hogares.

Nechayeve está unos 60 kilómetros, siguiendo el curso del Dniéper hacia el mar Negro, al suroeste de la presa de Kajovka, cuya destrucción a principios de junio provocó inundaciones masivas en la zona. Tetiana y su marido no han tenido acceso a agua limpia desde entonces.

El matrimonio acaba de llegar a Kiev en un tren procedente de Sumi, después de largos días de angustia en la carretera en los que han tenido que pasar numerosos filtros de las fuerzas rusas.

Junto a ella han llegado en tren de Sumi Serguí y Andrí, dos de sus vecinos en Nechayeve, y la perra de uno de ellos, Dora, que espera pacientemente en el vestíbulo de la estación a que los dos hombres recojan el dinero que les corresponde como desplazados.

Para escapar de la ocupación, los dos hombres han tenido que hacer un agotador viaje que les ha llevado de Nechayeve a Skadovsk, aún en Jersón, y de allí a Melitópol, en la zona ocupada de la provincia ucraniana de Zaporiyia, a Mariúpol y a Novazovsk, antes de cruzar la frontera hoy borrada por la invasión y remontar por territorio ruso para cruzar a Sumi.

Llegar a Kiev supone para muchos de estos desplazados reencontrarse con familiares y amigos, pero también dejar atrás a otros seres queridos en sus pueblos ocupados por Rusia a los que podrían no volver a ver nunca.

En territorio bajo control del Gobierno ucraniano estas personas reciben el apoyo de organizaciones como Right to Protection, una oenegé ucraniana que trabaja con la ONU para ofrecerles asistencia humanitaria, legal, económica y psicológica.

Desde el comienzo de la guerra, Right to Protection ha prestado ayuda a 1,8 millones de personas. La oenegé busca nuevas colaboraciones con entidades internacionales para seguir asistiendo a los millones de ucranianos necesitados.

“Cada día llegan a Kiev una media de 40 desplazados, la mayoría de ellas de territorios ocupados”, dice a EFE el trabajador de Right to Protection Oleksí Sajatski, que alude al miedo a pasar un invierno sin electricidad y calefacción en las zonas más castigadas de Ucrania.

La mayoría proviene de Jersón, pero también llega gente de las zonas ocupadas o cercanas al frente de las regiones de Zaporiyia (sureste), Lugansk y Donetsk (este). EFE

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