Miguel Ángel Martínez
NUEVA YORK.- Su intempestiva salida <<destituido>> del ministerio de Educación dejó opiniones contradictorias, en un país donde los espacios públicos son cubiertos por inusuales vertientes que contrastan a veces, con las disyuntivas discrecionales del Presidente de la República. Son secretos <<o motivos>> que quedan en un estrecho círculo palaciego creando en muchos casos, ronchas epidérmicas en una sociedad ávida de sensacionalismo morboso.
A ciencia cierta, se desconoce qué llevó al Presidente Luis Abinader a destituir a su influyente ministro de Educación, Roberto Fulcar, quien en el pasado político fuera su jefe de campaña y pieza clave para el triunfo del actual mandatario, en una contienda electoral marcada por el descrédito de sus principales oponentes.
Pero, como dice el adagio, de espinas dolorosas está sembrado el camino, el exflamante ministro de Educación hoy se encuentra convaleciente en el exterior mientras espera que las brumas se aclaren en torno a una gestión definida por un período trascendental de nuestra reciente historia política.
LOGROS IMPORTANTES
Roberto Furcal fue escogido por el Presidente Abinader para dirigir el importante ministerio de Educación en uno de los momentos más críticos de la pandemia del Covid, y con un fatídico lastre de corrupción en una institución que disponía de millonarios recursos contemplados en el Presupuesto Nacional.
Sus anteriores incumbentes del periodo del expresidente Danilo Medina, difícilmente hoy resistirían un escarceo del manejo de sus cuentas mientras estuvieron al frente del ministerio, debido entre otras causas, a sus pésimos desempeños administrativos en un atribulado país cuyas denuncias de mal uso de los recursos públicos, apuntaban con certeza a Educación.
El desastre administrativo en esa institución estuvo registrado además, por los escasos resultados académicos de maestros y estudiantes que no se compadecían con los cuantiosos recursos de que disponía la cartera educativa para proyectar puntuales y óptimos dividendos. Y todo ello, en un señalado proceso de descomposición administrativa en las arcas nacionales, donde el ministerio de Educación no era la excepción.
En esas condiciones le tocó a Roberto Fulcar asumir un ministerio en pandemia, y con graves falencias en sus estructuras internas que requirieron en sus inicios, dotes gerenciales para colocarla en la dirección de los nuevos vientos.
El primero de ellos lo constituyó la demoledora pandemia mundial que hizo estragos en la mayoría de las economías internacionales así como en la bioseguridad de sus ciudadanos. Y la República Dominicana no fue la excepción: se hallaba en el vórtice de una calamidad de salud que comprometía a los gobiernos de la región para definir retos y soluciones en las áreas de la bioseguridad.
Recomponer políticas educativas y economías no fue fácil para los magros presupuestos nacionales de que se disponía, en un mundo marcado por las bajas recaudaciones y una economía mundialista con déficits coyunturales.
UN ANTES Y UN DESPUÉS
Sin embargo, esos retos fueron encarados, y los resultados, pocos o muchos, están ahí.
La nación dominicana pudo solventarlo y…..superarlos.
En la cartera de Educación se pudieron delinear políticas educativas y estructuralistas acordes con los desafíos que presentaba la nación, inmersa en el descalabro institucional por el reinado de administraciones corruptas.
Al ministro Furcal le tocó entre otras medidas, enfrentar un año educativo paralizado por la pandemia y recomponer novedosos y urgentes planes educacionales en instalaciones precarias o que se hallaban a medio terminar por las políticas de sus pasados incumbentes.
Eran tiempos difíciles y con arcas agotadas. Pero el “milagro” se hizo con buenos resultados.
Al cabo de dos años de su desempeño al frente de la cartera de Educación, se puede afirmar que sus logros en un contexto de pandemia universal fueron <<y lo son>> encomiables. Esto, sin regateale los pequeños fracasos caracterizados por las complejidades de un ambicionado ministerio que se ha convertido en la miel de castas políticas entronizadas en las “cortes” presidencialistas.
Entretanto, Roberto Furcal permanece como uno de los políticos del “Presidente”, de su entorno y confianza, aún en el anonimato del exterior, mientras se trata de su enfermedad gastrointestinal en un hospital neoyorquino.