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Santo Domingo

Los diez años del papa Francisco y su intento de cambiar la Iglesia

Cristina Cabrejas

Ciudad del Vaticano.– El papa llegado “del fin del mundo”, como se definió aquel 13 de marzo de 2013 en el balcón de la logia central de la basílica de San Pedro tras su elección, avanzó en su primer discurso la idea de una “Iglesia pobre para los pobres” y desde entonces todos sus esfuerzos se han centrado en reformar la Santa Sede para hacerla más transparente y efectiva, lo que le ha creado más de un enemigo.

Con un discurso en el que pedía acabar con la corrupción en la Santa Sede, con el centralismo vaticano y con la pederastia en el clero, Jorge Mario Bergoglio fue elegido en el cónclave tras la dimisión de Benedicto XVI , con el que mantuvo una inédita y no siempre fácil “convivencia papal” hasta su muerte el pasado 31 de diciembre.

Después de diez años de pontificado es hora de hacer un balance: ¿ha conseguido el papa cambiar la Iglesia?

LA REFORMA ECONÓMICA

En estos 10 años, uno de los logros del papa ha sido la total reforma de la gestión de las arcas del Vaticano que habían sido objeto de enormes irregularidades, como se ha comprobado en diferentes juicios, entre ellos el que se lleva a cabo en estos meses con el ex Sustituto de la Secretaría de Estado el cardenal Angelo Becciu como principal acusado.

Con la creación de la Secretaría de Economía, que gestionará todo el patrimonio inmobiliario y también los fondos que antes estaban a disposición de la Secretaría de Estado, el papa ha dado transparencia y sobre todo control a las cuentas, que finalmente también son públicas.

LA LUCHA CONTRA LA PEDERASTIA

A su llegada al “trono de Pedro”, el pontífice argentino tuvo claro que uno de sus objetivos era la lucha contra la pederastia en el seno de la Iglesia y la escucha a las víctimas, y creó la Comisión Pontificia para la Protección de Menores, a la que recientemente exigió un informe anual sobre cómo procede la batalla contra los abusos.

El viaje del papa a Chile en enero de 2018 fue considerada la verdadera línea divisoria en el pontificado de Francisco: en el país sudamericano se vivió un auténtico rechazo a la visita por la mayoría de sus habitantes debido a los escándalos de abusos, y la defensa del pontífice del obispo chileno Juan Barros, acusado de encubrimiento, endureció aún más las opiniones.

A su vuelta, encargó una histórica investigación, y en abril de 2018, el papa reconoció haber cometido “graves equivocaciones de valoración” en el caso de Barros, se reunió con las víctimas del sacerdote pederasta  Fernando Karadima y convocó a todos los obispos chilenos para relevarlos de su cargo.

En estos años también ha realizado decenas de intervenciones de carácter legislativo y obligado a las diócesis de cada país a ocuparse del tema, algo que, sin embargo, está fallando, pues no en todos los países la Iglesia se ha tomado en serio obligaciones como la de crear centros de atención a las víctimas, mientras que en el Vaticano sigue faltando rapidez y transparencia para informar sobre los casos de abusos y las sentencias a los sacerdotes implicados.

UNA IGLESIA MENOS CENTRALIZADA Y UNIVERSAL

Durante casi 9 años, el papa y una Comisión formada por nueve cardenales trabajó para la promulgación de la nueva Constitución “Praedicate Evangelium” (Predicad el Evangelio) que reforma la administración vaticana y sus diferentes dicasterios (ministerios).

La creación del gran dicasterio para la Evangelización, en el que se engloba la Congregación para la Evangelización de los pueblos y el Pontificio consejo para la nueva evangelización, y que será presidido directamente por el papa, es la gran novedad de esta gran reforma del pontífice argentino.

Francisco, además, está dejando su herencia con la elección de los cardenales que elegirán al nuevo pontífice, pues ha cambiado totalmente la distribución geográfica del colegio cardenalicio con muchos más representantes de países lejanos, de Asia y África, que no encontraban espacio en la Capilla Sixtina, y una menor representación de Europa y de Italia.

LA COMUNICACION

Pobreza, migrantes, defensa del medio ambiente. Con Francisco se ha introducido un nuevo lenguaje en la Iglesia católica que, animada por sus discursos y sus viajes apostólicos, ha comenzado a ocuparse de los más necesitados, de los últimos, de las “periferias existenciales”, término acuñado por Bergoglio y que resume la dirección de su magisterio.

La Iglesia también ha empezado a hablar de acogida a los homosexuales y a los divorciados vueltos a casar, algo que hace algunos años era impensable.

LA OPOSICION

Este cambio comunicativo, de estilo, ha provocado que durante estos diez años se hayan desatado resistencias contra Francisco y el área más ultraconservadora de la Iglesia católica mostrase sin ningún reparo su oposición a cualquier decisión del pontífice.

Han sido muchos los ejemplos de esta oposición clara a Francisco, pero el más evidente fue la carta pública que cuatro cardenales escribieron a Francisco expresándole sus “dubia” (dudas) sobre algunos de sus escritos y exigiéndole una respuesta.

Un anónimo memorando que circuló entre los sectores de oposición al papa, y que se descubrió tras su muerte que había sido escrito por el cardenal australiano George Pell, calificaba el pontificado de “catastrófico”. EFE

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