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Santo Domingo

La trampa del crecimiento

Margarita Cedeño

América Latina enfrenta el desafío persistente de la “trampa de bajo crecimiento”, que limita el desarrollo económico de la región. Según las proyecciones de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), la región apenas alcanzará un crecimiento económico del 2,1% en 2024, un reflejo de la tendencia de crecimiento lento que ha caracterizado los últimos años y que ha llevado a muchos a considerar esta como otra “década perdida”. Esta situación no solo limita el avance económico, sino que también agrava problemas estructurales como la alta desigualdad y la baja movilidad social.

La trampa de bajo crecimiento en la que está sumida América Latina es el resultado de una combinación de factores económicos y sociales que se refuerzan mutuamente y a los que, lamentablemente, los gobiernos no han podido encontrarle solución.
Por un lado está la desigualdad estructural, es decir, la distribución del ingreso sigue siendo profundamente desigual, limitando el acceso a oportunidades para amplios sectores de la población. Luego encontramos la baja movilidad social, que quiere decir que las personas nacidas en situaciones de pobreza tienen pocas posibilidades de mejorar su condición económica a lo largo de su vida. Esto perpetúa ciclos de pobreza y exclusión que son difíciles de romper.

Adicionalmente, la débil inversión en capital humano ha llevado a la región a estar rezagada, debido a la baja inversión en educación, salud y capacitación laboral. Estos son pilares fundamentales para mejorar la productividad y, por ende, el crecimiento económico. Y finalmente, las infraestructuras deficientes, que se observan en el transporte, energía y telecomunicaciones, lo que limita el crecimiento y afectan la productividad y la competitividad de América Latina en la economía global.

En el caso de la República Dominicana, aunque el crecimiento económico previsto supera las perspectiva del resto de la región, nos encontramos con que todos los supuestos que generan la trampa del bajo crecimiento están presentes en nuestro país, lo que llama a la reflexión sobre qué debemos hacer para traducir el buen desempeño económico en soluciones a esta realidad.

Para escapar de esta trampa, la CEPAL ha propuesto en varios documentos y eventos regionales, una serie de estrategias enfocadas en aumentar la productividad y promover un crecimiento más inclusivo. El organismo ha hablado innumerables veces de la necesidad de adoptar nuevas tecnologías para dinamizar las economías locales, implementar planes de modernización integral de las infraestructuras para facilitar el comercio, mejorar la conectividad y atraer inversiones. Asimismo, se hace imprescindible adoptar políticas eficientes de educación y capacitación laboral para mejorar las habilidades de la fuerza laboral y cerrar la brecha de productividad con otras regiones del mundo, a la vez que se implementan políticas que promuevan una distribución más equitativa de la riqueza y el ingreso, incluyendo reformas fiscales que graven de manera justa a quienes más tienen y redistribuyan recursos hacia los sectores más necesitados.

Sobre estos temas, muy poco, por no decir nada, se habló en el discurso de juramentación del Presidente Luis Abinader ante la Asamblea Nacional. Para seguir al margen de la trampa de bajo crecimiento se requieren políticas coherentes y una visión de largo plazo que priorice la inclusión, la inversión en capital humano y la modernización de infraestructuras. De no hacerlo, será difícil garantizar un futuro próspero y equitativo para el país, y corremos el riesgo de vernos en el espejo de los vecinos.

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