Julián Padilla
Aunque es perfectamente posible que la situación creada en Venezuela seguramente desde antes del proceso de electoral, tendente precisamente a un tranque post electoral, y que por las posiciones de las partes envueltas luce insoluble, esta situación, es perfectamente replicable en cualquier país del mundo donde se celebren elecciones, y donde un partido político se haya perpetuado en el poder o lo pretenda.
Una cosa es el tema ideológico que una de las partes usa abiertamente como pretexto para implicar los denunciados intentos de golpes de estado, aducir la importancia del respeto a la libre determinación y a la no injerencia extranjera en asuntos domésticos, por otro lado, la siempre denuncia de una oposición cansada, del uso y abuso en el uso de los recursos del estado, el control del sistema electoral y el fraude electoral.
Al fin y al cabo todos vamos a la misma contienda electoral, supuestamente respetando o prometiendo respetar las mismas reglas de juego, y en el camino, la carga no puede emparejarse, pues las acusaciones de fraude electoral por un lado, la no aceptación de repetir elecciones por ninguna de las partes al considerarse ganadoras, y la no presentación de las pruebas del fraude, deja todo en una retórica, donde se desacredita mas el sistema, las instituciones, y la credibilidad del mismo liderazgo representado por las partes en pugna se deteriora, alcanzando niveles máximos de profundidad.
La República Dominicana no está lejos de una gran crisis post electoral. Venimos de un proceso electoral donde es cuestionable la legitimidad de los ganadores, por la baja representatividad popular que tienen, tanto los legisladores, como los alcaldes, regidores y el mismo presidente de la República.
La abstención electoral fue gigante, tal vez histórica y por lo tanto quien gobierna y comenzó una nueva gestión el 16 de agosto del 2024 lo hace, con una participación reducida de la población total con derecho al voto en la nación dominicana.
Localmente no se están aduciendo razones ideológicas, aunque si se pone de relieve el tema de traición a la patria, y a la defensa real de nuestra soberanía, por las mismas presiones que han hecho en la historia reciente, lo enemigos de la nación dominicana, representados por los intereres supranacionales, la ONU, su agenda 2030 y las santificadas ONGs, que se sienten dueñas de múltiples áreas para la denuncia internacional de las decisiones domesticas.
Si nos separamos nueva vez de la razón dominicana, que continua con su historia democrática en breves horas, pues en este momento, vemos una nueva toma de posesión presidencial formalmente instituida por la asamblea nacional, aunque en un lugar considerados por muchos inapropiado y lejos de la formalidad histórica republicana.
Si nos separamos de la historia dominicana, y volvemos a la situación Venezolana, sabemos que se ha dicho, que dada la presencia de algunos mandatarios que visitan el país para asistir a la toma de Luis Abinader, podremos notar, que algunos elementos de principios lucen chocar y prolongar la crisis venezolana, sin mostrar un camino transitable que implique, la justicia electoral, la verdad y la convivencia pacífica de ese pueblo.
Mientras de una forma incorrecta pues lo vemos fuera de contexto, vemos al presidente Nicolás Maduro acusar de fascismo, golpismo, insurrectos, a la oposición, la oposición entonces acusa de fraude y de dictadura, que manipula los resultados electorales y las instituciones que están bajo su mando.
Parece que todo estaba planeado, tanto la estrategia de la oposición como la estrategia del presidente Nicolás Maduro, pues este último, se adelantó y se fue al organismo máximo a interponer un recurso de amparo electoral, mientras la oposición de mayor peso electoral, no acudió al llamado del tribunal supremo, a llevar las pruebas, las actas y toda documentación, que justificara o avalara la victoria electoral que aducía.
Mientras tanto, la acusación que ha hecho Maduro, de intervencionismo y de golpe de estado apoyado al parecer por intereses supranacionales, que eligen apoyar a la oposición abiertamente, independientemente de la verdad del proceso electoral, así mismo, países socialistas hacen lo mismo, apoyando sin reservas las posiciones del presidente Nicolás Maduro.
La última salida que se ha querido buscar al proceso, ha implicado, la realización de nuevas elecciones en Venezuela, pero ambas partes al parecer, al sentirse ganadoras, plantean que por auto respeto no pueden apoyar la idea de nuevas elecciones.
Como se ve el horizonte no luce haber una solución, donde ambas partes puedan estar de acuerdo. Todo parece haber sido fríamente calculado.
Nos recuerda la situación que se le creo al Dr. Joaquín Balaguer cuando en un ambiente local y supra nacional parecido, aunque con otros fines, se le obligó a ceder dos años de los cuatro de su mandato, celebrando nuevas elecciones presidenciales al término de su segundo año en su último periodo presidencial.
En esa oportunidad, el presidente Joaquín Balaguer apoyó sin reservas la candidatura de Leonel Fernández Reyna, ya que quien fue su real opositor para hacerle perder dos años de su mandato, lo fue el Dr. José Francisco Peña Gómez.
En el caso de Venezuela, podría intentar llevarse a un derrotero similar y que Nicolás Maduro acceda a ceder el poder a medio término de este nuevo mandato, lo que implicaría que la oposición aceptaría su nuevo mandato con esa condición, pero habría que ver cuales serían las condiciones de salida de Maduro y quien sería el candidato que lo sucedería.
Al parecer esta fórmula podría estarse ventilando, pero por la naturaleza de los temas envueltos, donde se ponen sobre la mesa cuestiones ideológicas, anti imperialistas, capitalismo salvaje, extrema derecha, golpes de estado, fascismo, chavismo, los elementos históricos que envuelven este dilema social, político y geopolítico de Venezuela, luce ser mucho más complejo y podría tomar un tiempo mucho mayor el lograr una estabilidad en el país.
Al parecer, de no producirse una salida no electoral, sino negociada, Nicolás Maduro gobernara Venezuela por un nuevo periodo, y tendrá que sortear los vientos huracanados que no cesaran desde la mitad de la población que no voto en las elecciones pasadas.
Mientras tanto maduro continua su mandato, como si fuera el presidente reelecto, tomando las decisiones de estado que considera pertinentes, la OEA y la ONU hacen de las suyas y existe la posibilidad, que luego de la toma de posesión del presidente Abinader, se produzca esa reunión que se ha cabildeado entre varios de los presidentes asistentes a la toma de posesión para abordar el tema Venezolano.