José Francisco Peña Guaba
La rendición de cuentas que realizan los presidentes de la República ante el Congreso Nacional los 27 de febrero cada año, día de conmemoración de nuestra Independencia Nacional, es el escenario que tienen los gobiernos de turno para explicar lo realizado en el año anterior de gestión. Se presentan cuadros estadísticos de lo bien que lo está haciendo la administración de turno, pues, siendo sincero, todavía no conozco de ningún mandatario que lacónicamente haya expresado su frustración por no haber logrado los objetivos propuestos.
Todos, de una manera u otra, acomodan los números a su particular interés. La diferencia está en que unos tienen de verdad qué presentar como realizaciones, y otros nos quieren vender como realizado lo que solo todavía está en proyectos, porque hay dos tipos de gobierno: los que dicen que van a hacer, y los que en verdad ejecutan lo prometido. Creo que la administración del presidente Abinader es de las que anuncian mucho, pero inauguran poco; por eso el cuestionamiento principal del pueblo a sus funcionarios, es que no son operativos, son en su mayoría muy técnicos, y terminan por dejar casi siempre sus proyectos en el tintero.
Como pertenezco al club de los solteros, hago la labor de las amas de casa, me ocupo de lo más mínimo, aunque con la colaboración de un personal que nos asiste, pero que finalmente no decide y es precisamente eso lo que me hace conocer los gastos diarios, el altísimo costo de vida que tenemos casi todos en este sufrido país, que ve sin esperanzas cómo los pobres se convierten en indigentes y cómo la clase media se está velozmente empobreciendo.
Solo están bien en esta media isla los ricos, los lavadores, los narcos, más los miembros de la oligarquía y los que tienen altos cargos gubernamentales, que no se tienen que preocupar por cuánto cuestan las cosas; producen tanto estos afortunados sectores, que poco les importa el precio de los artículos, de los servicios, de la renta y de también las actividades recreativas.
El presidente Abinader puede decir misa, pero la verdad es que esto está inaguantable, la clase media está pasando penurias y en los barrios hambre. Como mi amigo, el mandatario, y sus principales funcionarios son de clases acomodadas, no saben la diferencia de precios, porque no importando lo que cuesten las cosas, siempre tendrán dinero para pagarlas, solo así se explica que puedan mentir tan deportivamente y actuar con tanta indolencia ante el infortunio de los demás.
Explicaré en esta reflexión lo que llamaré el “Decálogo de la impotencia”, la ruta diaria del gasto y el estrés al que estamos sometidos todos los que no tenemos la suerte de haber nacido en cuna de oro o de tener apellidos rimbombantes como parte de la gran burguesía, dueña de esta media isla, a saber:
- Entre las casas del terror (los supermercados) y los centros de piratería (los colmados), están acabando con los bolsillos de la ciudadanía. El que siendo de clase media no deja RD$3,000 pesos diarios no se puede tirar en familia las 3 calientes, y en los barrios populares será un mínimo de RD$1,500; solo se tiene que saber que una libra de pollo congelado cuesta RD$82.00 pesos y si es fresco RD$100.00; una libra de bola de res de la más corriente RD$239.00; una libra de arroz oscila entre RD$35.00 y RD$50.00; de habichuelas rojas un mínimo de RD$75.00 y el aceite de menor calidad RD$110.00 la libra, y ni hablar de la compaña, de una ensalada, un aguacate o de un plátano maduro, que quien no dé RD$25 a RD$30 por cada uno, no se lo comerá. Para hacer una cena familiar con plátanos verdes con bacalao, dejó el diario del día ahí. Solo comiendo pan con chocolate de agua de desayuno a cualquier familia de una barriada se le van RD$300.00 maracas. Qué país nuestro, que comer se ha convertido en un verdadero lujo, (hoy por hoy más del 70% de los ingresos familiares se va en mal comer);
- El que tiene un carro es como mantener otra familia, una novia o sucursal, porque cualquier vehículo económico consume un mínimo de RD$800.00 diarios de combustible, sin los gastos de mantenimiento, piezas, gomas, seguro, esto es de volverse loco. Ni hablar del jeep que tengo, llenar el tanque representa el sueldo básico de una empleada doméstica;
- Pero lo que tiene a medio país con “las manos en la cabeza” son los servicios, sobre todo la factura eléctrica, que es todo un abuso, y en mi caso yo pago en mi casa como si fuera una fábrica que tuviese; las telefónicas y los servicios de cable no paran de subir, porque el servicio de internet es un robo a mano armada. Tengo que admitir que lo único que tiene un costo prudente son las plataformas de streaming, NETFLIX, HBO y AMAZON, pero por ahí anda el gobierno buscando fórmulas para ponerles un impuesto, que claro está, lo pagarán los consumidores;
- Los que tienen sus hijos en un colegio privado que se persignen, porque pagarán un dineral y si es de clase media que se prepare a pagar en dólares; pero hay que adicionarle a eso el listín de libros, materiales de trabajo, uniformes, transporte y meriendas. Admito que tienen una carga mucho más liviana los sectores populares, porque envían a sus vástagos a las escuelas públicas, que les enseñan muy poco por la bajísima calidad educativa, pero que por lo menos les cuidan a los mismos, mientras sus padres están buscando lo del moro;
- Enfermarse en RD es el mayor de los dolores de cabeza de una familia: las medicinas suben continuamente de precios. En este gobierno he pagado medicamentos que han subido en menos de tres años hasta más del doble de precio, aunque muchos seguros cubren entre 70% a un 80% la cobertura, sin embargo el diferencial a pagar por el ciudadano cada día es más; a los de abajo solo les toca adquirir los mismos en las Farmacias del Pueblo de PROMESE, a sabiendas que muchos de esos genéricos no tienen la calidad necesaria para garantizar su efectividad frente a muchos tipos de afección; el que va a una clínica tiene, para pagarla, que hipotecar algún bien y a quien le tocó una enfermedad catastrófica eso termina casi siempre en una quiebra familiar;
- Las actividades recreativas cada día son más prohibitivas para la población: las discotecas desaparecieron por el elevadísimo precio de las bebidas alcohólicas y las que han sobrevivido es, porque quienes les consumen, producen, aunque no sean del todo transparentes, muchos recursos económicos. Hoy penosamente la gente bebe y baila en la calles en los denominados colmadones, para mitigar el excesivo aumento, pero quien va a un restaurante con su familia tendrá que dejar medio cheque del mes en una mesa, solo porque entre el ITBIS más el 10% del servicio y la propina, todo esto ronda en un 38% del valor de lo consumido, por eso es que cada día crecen más los establecimientos que expenden comida chatarra que están enfermando progresivamente a nuestra población;
- El costo del transporte significa hoy entre el 15% y el 20% de los ingresos de los dominicanos de a pie, según datos de la encuesta nacional de ingresos y gastos de los hogares que realiza el Banco Central. Tengo colaboradores que para llegar al trabajo gastan hasta más de 200 pesos diarios, porque la mayoría de rutas de carros públicos y guaguas solo transitan por avenidas, y de ahí para llegar a sus casas tienen que pagar un motoconcho, que por dos o tres esquinas le cobran hasta 100 pesos el viajecito, (esta es una de las cargas más onerosas, porque ese gasto es diario y obligatorio);
- Tristemente, el que no pudo antes hacer o comprar su vivienda, al parecer se quedará sin ella, porque es precisamente en los materiales de construcción donde se han producido las alzas más escandalosas. Hay renglones donde en estos últimos tres años han subido hasta un 500 por ciento; hoy una funda de cemento cuesta 460 pesos y un block, dependiendo la calidad, hasta 50 pesos la unidad; se ha disparado también el valor de los terrenos, lo que hace inviable para cualquiera obtener hoy una vivienda, porque por un apartamentico de 60 metros en un área no céntrica de la ciudad, piden hasta 4 y 5 millones de pesos; quién con un salario, puede toparse con esa cantidad de dinero, y no existe un verdadero amparo o incentivo oficial en esa área para los que no tienen propiedad alguna;
- Pero lo que no tiene mamacita son los intereses bancarios: eso es un verdadero asalto público el que están haciendo los bancos. En la casa donde vivo, en 7 años ya he pagado más que el capital que me prestaron y todavía me faltan trece años pagando dicha cuota, que va en ascenso; eso tiene acogotada la vapuleada clase media. Los intereses, como no paran de subir, tienen desesperado a todo el que adquirió su vivienda a través de un préstamo bancario; y
- Vestir es un lujo tal, que, si no existiera la ropa de pacas, el pueblo anduviera encuero. Quién le mete el pico al precio de una ropa nueva y ni hablar de los zapatos. La belleza es prohibitiva y los pobres maridos en la visita a los salones de sus mujeres e hijas gastan un dineral, porque las dominicanas van como mínimo una vez a la semana al salón, y hoy un simple lavado de cabeza en un barrio popular no cuesta menos de 300 pesos; ni hablar de los de la clase media, donde fácilmente se gasta entre dos a tres mil pesos por cada visita y lo peor de todo, es que esos cuartos tienen que aparecer sí o sí, al igual que el diario de la comida, porque las mujeres no entran en cuento con lo de su belleza.
En chucherías (agua, snacks, servilletas, etc.), en cualquier hogar humilde se gasta hasta 500 pesos diarios en los colmados, porque el que no da un mínimo de 60 pesos no beberá agua, porque ese es el precio mínimo de un botellón, pero por mi casa cuesta 90 pesos, ¡válgame, Dios!
Entiendo que el presidente Abinader no sabe de esas cosas, porque él, gracias a Dios y por el esfuerzo honesto de su prestigioso padre, no tiene de que preocuparse económicamente, pero para la amplia mayoría que no han heredado nada y comienzan con menos 0, tienen que vivir de los salarios devaluados, ya que cobran en pesos y gastan en dólares, pero si los de abajo están desesperados, grande es el estrés por sobrevivir de la desprotegida clase media que tiene a los jefes de hogares hablando con los palos de luz.
Creo en el derecho que tiene el presidente Abinader de defender su gestión, pero no a costa de llegar a mofarse de la dura realidad de la casi totalidad de la población, que ha visto desmejorar sus condiciones de vida en los años difíciles en que le ha tocado gobernar y del cual, siendo honestos, no todos los aumentos producidos son de factura local, pero debió ser el presidente Luis, más empático con su pueblo, y admitir el acogotamiento económico de las mayorías ciudadanas, a sabiendas que pudo achacarlo en su mayoría al COVID, a la crisis de los contenedores, al monopolio de los commodities o finalmente a los efectos que está creando la guerra entre Rusia-Ucrania con el apoyo de Occidente.
Creo, de manera sincera, que desconocer la realidad diaria de nuestra población fue un error infantil del gobierno, porque lo que se ve no necesita espejuelos, todo porque ignorar la realidad no hará que desaparezcan los efectos o resultados de desconocerla.
Gracias a Dios que casi siempre, esa acción de desconocimiento interesado ¡se termina de pagar en las urnas!