Margarita Cedeño
A quienes recordamos la República Dominicana de hace 25 años no se nos hace extraño hablar de un país en el que muy pocos hablaban inglés. La globalización había puesto sobre el tapete la importancia de que ciudadanos y ciudadanas aprendieran un segundo idioma, y la relevancia de Estados Unidos había colocado al inglés como la vía correcta para acceder a un mundo de oportunidades.
Esa es la razón por la cual hoy en día hay 1,400 millones de personas en el mundo que hablan inglés, cuando apenas 380 millones son hablantes nativos, es decir, nacieron en un país donde ese idioma es la lengua materna.
Ver al idioma inglés como una herramienta para el desarrollo fue la razón fundamental para implementar un programa de inmersión, totalmente pagado por el Gobierno dominicano, que desde el 2005 ha formado a más de 170 mil personas en todo el país, aportando a la generación de empleos y a la mejora en la calidad de vida de muchas familias, por el acceso a empleos dignos.
Con un programa de tan alta calidad, reconocido por organismos internacionales, lo lógico sería que los Gobiernos, no importa el Partido, hicieran las inversiones necesarias para mantenerlo o mejorarlo. Sin embargo, hemos observado un deterioro preocupante de la calidad de este programa, que se refleja en la disminución del número de graduandos por año. En el 2019, el porcentaje de graduandos llegó a un 72.5% de los becados, en el 2021 se redujo a un 41.8% y en el 2022 llegó a un 59.9%.
Hay que analizar las razones que han llevado a esta considerable disminución, porque según el Ministerio de Educación Superior, Ciencia y Tecnología, el número de beneficiados se ha mantenido estable, llegando a 22,710 becados en el 2021 y 20,037 en el 2022. Hay que preguntarse qué pasa con la operatividad del programa, que hace que muchos beneficiados no puedan graduarse. Algunos, incluso, han denunciado que no reciben las clases o que les cancelan las convocatorias, como denunció este diario en un reportaje reciente.
Varios sectores de la economía requieren de esta mano de obra calificada en inglés para atraer más empleos para el país, como sucede con el cluster de los Centros de Atención Telefónica, con la aviación comercial, que está en pleno crecimiento y el sector turístico. Al poner en juego este programa, se estarían negando oportunidades sobre todo a los más jóvenes, que pierden competitividad frente a los jóvenes de otros países.
Para nadie es un secreto que el inglés es una herramienta fundamental para el avance de los pueblos, su aprendizaje es un potenciador de la movilidad social y un catalizador del desarrollo y el progreso social. Recuerdo aquella frase lapidaria de finales de los años noventa: “quien no sepa inglés ni computadora será un nuevo analfabeto”
El Gobierno tiene que tomar todas las acciones necesarias para que se mantenga este programa en los niveles adecuados, porque de lo contrario aumentarán los indicadores de desempleo juvenil en el corto plazo, con consecuencias que ahora mismo no podemos calibrar.