Pedro René Almonte M.
La capacidad de asombrarse es algo que hemos ido perdiendo con el paso del tiempo, y al ver que un acontecimiento supera al anterior, escasamente nos detenemos a sorprendernos por lo que pasa en nuestro entorno, y mientras el mundo se acaba y mi mundo sigue intacto pues el mundo no se acaba.
Los dominicanos debemos estar conscientes de que la realidad de nuestro país va más allá de las cuatro paredes que nos rodean la mayor parte de nuestro tiempo. Para ser sincero, cuando leí ese titular en un estudio publicado la semana pasada, sí me asombré.
De acuerdo con el estudio de mercado de la compañía de investigación Kantar Worlpanel, el 49% de los dominicanos pide prestado para comprar alimentos, un porcentaje similar gasta todos sus ingresos y sólo el 5% de la población dominicana puede ahorrar. Los “semidioses” que logran el milagro de ahorrar, piensan destinar ese dinero a comprar una vivienda.
En tal sentido, yo tenía una percepción de la realidad modo catástrofe, lo que no sabía era que la situación real superaba mi apreciación de las cosas. Pienso que el hecho de que la mitad de la población dominicana pida prestado para poder comer, no se había visto nunca en este país. Siendo honesto, en un país como esta media isla en el que el presidente es amo y señor, también tiene que tener su gran parte de responsabilidad de la situación que viven los dominicanos.
Por lo tanto, la idea suicida de reelegir el hambre, los bolsillos vacíos, las barrigas llenas de nada, y los niños muriendo por dengue no parece ser un buen negocio.
“En tiempos de engaño generalizado, decir la verdad se convierte en un acto revolucionario”. George Orwell.
