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La mejor repostera del mundo defiende la cocina ética y solidaria

Roberto Jiménez

Valladolid  (EFE).- Santa Ana de los Ríos de Cuenca luce timbre fluvial: hasta cuatro corrientes atraviesan el término de esta ciudad ecuatoriana, el doble que su hermana española, y desde este año presume también de haber sido la cuna de la cocinera Pía Salazar, mejor repostera (Pastry Chef) del mundo de 2023.

Desde Quito, donde regenta el restaurante Nuema, voló hasta Valladolid (España) para presidir el jurado internacional del VII Campeonato Mundial de Tapas y transmitir además un mensaje a las nuevas generaciones de cocineros: “Que presuman de los productos de su país”.

“Es importante que comiencen a transmitir al mundo, valorar e identificar con orgullo los productos de su país”, explicó este miércoles a EFE, convencida de que “el intercambio de culturas es fundamental” y la cocina, ética, comprometida y solidaria un buen vehículo para ello.

Tan sólo “nos dividen las fronteras, porque al final todos compartimos parecidos recuerdos, memorias que nos llegan desde la niñez”, en su caso la compañía de sus mayores y el amor inculcado por la tradición repostera que, andando el tiempo, la ha elevado a la cima de la especialidad.

De alturas ya sabía Pía Salazar: su ciudad natal flota a 2.500 metros, desde donde otea un panorama mundial muy poco halagüeño y que la entristece.

“Me apena mucho todo lo que está pasando en el mundo. Deberíamos solidarizarnos todos los países, acercarnos y unirnos en vez de separarnos. Somos conscientes del dolor de los humanos, por eso tenemos que empeñarnos todos para que las cosas sean más pacíficas”, reflexionó.

Del mismo modo que otros proponen la música para unir a los pueblos, ella apuesta por la cocina para sumar ingredientes y fusionar culturas porque “los productos migran, los cocineros somos migrantes, vamos intercambiando y esto lo experimentamos en nuestra cocina”.

“Explicamos e intercambiamos productos, de ahí la trascendencia de ese cruce de conocimientos y culturas que no se debería perder”, añadió la cocinera antes de recordar cómo en el fondo no somos tan diferentes: “En Latinoamérica compartimos los mismos ingredientes, sólo que con nombres distintos”.

La cocina, insistió en su mensaje de solidaridad, “siempre ha estado presente, ha unido, ha transmitido un amor que nos llega de generación en generación”.

Además del dulce, otra de las pasiones de Pía Salazar es la despensa vegetal: “Trato de mostrar la diversidad de un país (Ecuador) mostrando al mundo su gran variedad de verduras y vegetales” desde el restaurante Nuema.

Ella lo hace “de la mano de los agricultores” para cuidar al comensal y controlar “todo lo que llega a la mesa, productos frescos, directamente desde la tierra”.

“Los cocineros cada vez tenemos una mayor conciencia, estamos más comprometidos para saber de dónde vienen los productos, cuidar su procedencia, investigar su origen”, concluyó. EFE

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